QUEIPO F. TIMANÁ V.
La llegada a Bolívar-Cauca en 1960, a concursar para ganar un cupo para el ingreso a la Escuela Normal Rural, institución de prestigio para el sur del Cauca por la calidad de maestros que egresaban de dicho plantel, me enseñó que iniciaba un proceso de selección y oportunidades, por cuanto un paisano mío de San Juan que vino a concursar no pasó los exámenes de admisión; la sorpresa mayor fue encontrar presentando dichos exámenes a maestros que habían ejercido la docencia por varios años, pero no tenían el título de maestro y deseaban obtenerlo.
La diferencia de edades era notoria, los comportamientos como estudiantes al interior de aula eran diferentes y los rendimientos académicos también lo eran, quienes éramos adolescentes, estábamos deseosos de estudiar, pero también de jugar, mientras que los veteranos se dedicaban únicamente a estudiar y hacer tareas.
La otra institución sobresaliente en Bolívar-Cauca era la Normal Santa Catalina Laboure, únicamente femenina y con un internado numeroso y con un reglamento bastante severo: encontrarle una carta de un novio a una interna, por lo general debajo del colchón, era causal de expulsión de la institución.
Respecto a la Normal Marco Fidel Suárez, se tuvo la suerte de tener excelentes profesores, algunos caucanos y en mayor número del norte del Valle y Antioquia, esto me enseñó que los distintos enfoques culturales sobre educación, la narración de experiencias y anécdotas de otros contextos, cautivaban enormemente la atención, y la excursión en el grado tercero al Valle del Cauca, planeada por el profesor Aguirre Valluno, fue toda una posibilidad para observar y juzgar desde las topografías del terreno, desarrollo industrial, progreso agro-industrial, ganadería extensiva, progresos en vías y variedad de climas, fuimos recibidos y atendidos en varias fábricas del Valle, en lo personal me acrecentó el deseo de conocer el país, para conocer su diversidad étnica y cultural.
Volvamos a Bolívar-Cauca, nuestra edad de adolescentes agitaba nuestros corazones y nuestros afectos explotaban, habían dos grupos de señoritas que cautivaban nuestra atención: las señoritas de Bolívar y las internas; lograr un enamoramiento de una interna era exponerla a un gran riesgo de ser expulsada, enamorar a las niñas de Bolívar, era optar por las niñas de bien de las familias de apellidos: Andrade, Buriticá, Gómez, Granda, Bolaños, Dorado, Pabón, Hoyos, López, Cajas, Burbano y Pérez; optar por otro grupo diferente a estos, era el de las muchachas que siendo lindas no tenían las posibilidades de las primeras, en educación, vestido y reconocimiento.
Las del primer grupo preferían a los escasos estudiantes de universidad que adelantaban estudios y pertenecían a su nivel, allí aprendí que para el amor también existen estatus y que hay que exhibir ciertos méritos si pretende ser aceptado como novio en perspectiva de ser futuro esposo.
En Bolívar se creó por pocos años, un tribunal superior de justicia, esto influyó en atender lo mejor posible a estas personas, que llegaban como jueces con sus familias y su tren de secretarias y auxiliares; se creó el club social de Bolívar, se organizaron fiestas con orquestas y se exhibieron vestidos elegantes en hombres y mujeres en dichas veladas.
También se dio una época de los bailes sociales con selección de invitados y en vacaciones se frecuentaban paseos a caballo al Pepinal, en donde se bailaba y se bebía, las damas lucían sus mejores prendas como jinetas.
Como alumno de la Normal rural, lo que alcanzaba a entender es que lo único que valía era estudiar y debía salir de mi tierra y recorrer Colombia, tuve varias novias, pero mi ímpetu de superación era mayor, basado en comentarios de profesores a mis padres: “apoyen a este muchacho para que avance, pues consideramos que su inteligencia tiene mucho que aportar”, y esos conceptos me lanzaron al país y desde entonces he tratado de ser un maestro al servicio de mi departamento y mi terruño. Esta es mi visión personal de los años sesenta, y luego en la universidad estudié y conocí lo que fue ese gran movimiento cultural de los 60 en el mundo y en Colombia.