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RODRIGO SOLARTE
Todos los procesos, materiales, culturales, espirituales, dejan lecciones de vida, así sean breves o de larga duración, para las personas, familias, comunidades y sociedades.
Se va un año calendario y llega otro. Las expectativas con el nuevo año, hay quienes las dejan al azar, a lo que Dios quiera; otros, a su proyecto racional de vida, siendo conscientes de las dificultades, oportunidades, edad, sorpresas inesperadas, medioambientales y humanas, o a ambas consideraciones, que en mi opinión, integran fe y conocimientos alcanzados.
Lo espiritual religioso y mercantil de la Navidad en nuestra cultura, compromete entonces, la opinión y análisis que cada cual haga, como turista, local, nacional, regional o internacional, incluyendo factores: de estrato o clase social, experiencias, biopsicológicos, laborales y ciudadanos o políticos.
En este marco, como mayor de edad, médico pediatra unicaucano pensionado, padre y abuelo, con experiencias vividas e inquieto por el presente y futuro de las nuevas generaciones de mujeres y hombres, tanto del campo como de la ciudad, escribo esta columna de opinión, involucrando lo colectivo e individual, que la juventud caucana y colombiana, organizada y pacífica, seguirá aplicando en los siguientes años.
Guerra y corrupción, no solo económicas, han dejado taras psicológicas, que comienzan a ser abordadas en esta esperanzadora etapa hacia la paz, que se irá dando, por la justicia social y respeto que de los Derechos humanos y de la naturaleza se logre.
Las experiencias impactan los procesos vitales, influyendo en hábitos y comportamientos, acordes o no, con los valores y principios de vida que la civilización humana para el mejor vivir va aprehendiendo.
Nuestra juventud esta hoy más expuesta y dispuesta a la informática, lo virtual, solidaridad directa e indirecta, y redes sociales, que a la solución de los conflictos por las violencias y las armas. El antígeno de la guerra y egoismo, está produciendo psicosocialmente los anticuerpos, paz con solidaridad.
Las vías pacíficas y la insistencia por los diálogos que solicitaban las organizaciones estudiantiles y profesorales a través de sus líderes o delegados, fueron ejemplo de paciencia, conocimiento de la realidad y tolerancia racional, ante infiltrados a las manifestaciones pacíficas y el ESMAD, formados y asalariados por la guerra. Ellos como seres humanos, también deben reflexionar para cambiar positivamente, por ellos mismos, su familia y descendencia.
Los testimonio de vida unicaucana y nacional de : Esteban Mosquera ( enucleación de ojo izquierdo). Jonathan Tapas, Carlos Lasso, Julian Yotengo y Juan Daniel Quinayas ( inconsciente, atropellado por motociclista aún desconocido), entre otros con traumas menos severos, pasan a la historia de esta transición que vivimos y continuará fortaleciéndose por la solidaridad demostrada, cada día más amplia y decidida, ante el interés colectivo evidente de los movimientos sociales, las organizaciones políticas alternativas, defensoras e impulsadoras de los Acuerdos logrados con las FARC-EP, para dejar las armas y vincularse constructivamente a la sociedad civil, de la cual dependerá en gran medida, lo que el 2019 y años siguientes nos depare.
La Dirección académica y administrativa actual de nuestra Universidad Pública del Cauca, con el Señor, todo un señor, Rector, liderando el equipo y dialogando con todos los estamentos de la Institución y el Departamento, fue y continuará siendo consecuente con su principio rector, HACIA UNA UNIVERDIAD COMPROMETIDA CON LA PAZ TERRITORIAL y Una acreditación con rostro humano.
Qué contraste, con lo que en otros espacios políticos y culturales llaman Centro y democrático, Cambio y Radical etc., quienes también están llamados a la reflexión y al cambio, si no quieren pasar a la historia como los representantes del atraso y la guerra…hasta con los vecinos.
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