DIEGO FERNANDO COLLAZOS PAZ
En nuestros primeros años de vida, en especial esos años donde transitamos la escuela, solíamos observar en los festivales o fechas de conmemoración de la ciencia; proyectos y experimentos elaborados de manera artesanal en diferentes hogares. Muchos de esos niños con ojos hinchados de no dormir fecha previa a sus exposiciones; como era evidente en estas demostraciones, casi siempre nos toparíamos con un volcán a escala reducida elaborado con infinidad de posibilidades y alternativas. Lo más llamativo en estos estantes eran el ver correr la imitación de una lava que se desbordaba de estas representaciones, en infortunio para algunos los uniformes de colegio pagaban las consecuencias de los estallidos provocados por quien manipulaba la propuesta de exposición.
Se nos dijo que la lava es el magma que durante un proceso de ascenso hacia la corteza terrestre alcanza la superficie y que cuando sale a la superficie, la lava suele tener temperaturas que oscilan entre 850° C (1562 °F) y 1200 °C (2192 °F). En diferencia del magma que se enfría lentamente a grandes profundidades. Pero lo más interesante es que la lava experimenta presiones atmosféricas las cuales hacen que pierda los gases que contenía durante su ascenso. De esta manera podríamos entender que la distinción más evidente entre ambas es que la roca formada a partir de magma ósea (rocas plutónicas) tiene cristales que suelen distinguirse a simple vista (textura fanerítica), mientras que una roca formada a partir de lava tiene cristales que no se distinguen a simple vista (textura afanítica o vítrea) clave interpretación, para poder tener una aproximación a nuestra realidad.
Por otra parte, el asfalto es un material muy impermeable, adherente y cohesivo, capaz de resistir altos esfuerzos instantáneos y fluir bajo la acción de cargas permanentes, presenta las propiedades ideales para la construcción de pavimentos. Para los que nacieron en las ciudades fue el apremiante o compensación por no contar con verdes campos o tierra suelta entre caminos. Sus recuerdos de niñes, se posan entre calles de asfalto, que fueron acondicionadas con tiza o rocas para cualquier escenario deportivo, al igual que diferentes juegos como solía ser las pistas de carros con banderillas y zonas de pinchado…
No podemos decir que no se presentaban accidentes, desde luego, pero con seguridad eran menos de los que a diario ocurren en la ciudad de Popayán. Es como si una lava cubriera el asfalto de la ciudad, pero no una lava cualquiera, una lava humana de seres insensibles que irresponsablemente maniobran vehículos de todas las características, como si los exámenes de condición solo fueran un prerrequisito, por que al final todo el que pague lo obtiene. Seres humanos de todas las condiciones y procedencias, seres humanos que después de comprar un vehículo, se autocalifican como expertos del volante; seres humanos que por motivos sociales han tenido que refugiarse en la ciudad y emplearse en lo que salga en un lenguaje común. El problema de esta lava no es que lleguen a la ciudad, el problema está en no estar preparados para convivir en una ciudad, es por ello por lo que, de unos años al presente, hay muchas más colisiones, hay muchos más carros que habitantes, hay calles de asfalto con innumerables trancones por donde se transite, es una pelea diaria del más vivo al volante. A esto deberíamos pensar que el retroceso humano a llevado a pensar y asumir que se requiere mucha más vigilancia en cuestión de tránsito, delegando las funciones al castigar. Como si esto se tratase de tener un policía o agente de transito en cada esquina. Las leyes en su permisibilidad no han podido unificar criterios de formación al volante, es por ello, que delegan a establecimientos privados como responsables en este aspecto, por lo cual ellas en sus imparables necesidades de cumplir a su ánimo lucro se compensan de la necesidad y demanda de una sociedad que necesita conducir.
Este asfalto es cruel, lastimosamente no perdona ni suprime errores.