Por Alexander Paloma
Reportero gráfico El Nuevo Liberal
Antes que existiera el asfalto o el cemento con lo que actualmente pavimentan las carreteras, lo que se utilizaba para hacer más accesibles las calles de las ciudades eran las piedras; algunas de canteras y otras de río, se acomodaban sobre el suelo, de tal manera que se seleccionaban las que no estuvieran muy redondeadas para hacer más fácil el paso de las carrozas haladas por caballos.
Gracias a la implementación de las piedras, algunas calles empinadas fueron fáciles de transitar tanto por peatones, caballos de carga, las carrozas y luego por los vehículos a motor.
Varios nombres se les han otorgado a las calles empedradas, adoquín es una de ellas, pero en realidad esta palabra se les otorga a las piedras labradas con formas prismáticas, es decir, piedras pulidas con lados planos; también se les ha otorgado el nombre de pavimento por lo que se relaciona con superficies horizontales que sirven de apoyo para personas y mobiliarios.
El empedrado de algunos espacios de la ciudad ha ayudado a contextualizar a las personas respecto de cómo era anteriormente la ciudad, esto crea un imaginario de la realidad vivida por los antepasados, empezando por los artesanos, los recopiladores de la materia prima y los demás constructores involucrados en las vías.