- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Clasificados
- Especiales
EDUARDO NATES LÓPEZ
Difícil tratar en este espacio tan corto un tema de tantas caras, aristas, componentes e interpretaciones, como el que está hoy sobre la mayoría las mesas, relacionado con la disyuntiva en que se encuentra, no solo el gobierno de Iván Duque sino el país entero, frente al “cumplimiento o no de los protocolos,” en el caso de la negociación con el Eln. Se trata de plantear una mera opinión de un elemental columnista, sin ninguna especialidad en el asunto. Al fin y al cabo ese es el objeto de este espacio: estimular la sana discusión de aspectos de interés general.
Si partimos de la gravedad del atentado que ese grupo insurgente cometió el pasado jueves 17 del mes en curso y del rechazo absoluto que las comunidades nacional e internacional han expresado (incluyendo hasta a sus colegas de las FARC), contra el repudiable acto terrorista, entendemos y apoyamos la reacción inmediata del gobierno. Bien se ha hecho solicitando a Cuba la entrega de los cabecillas que allá están (o estaban, digo yo) y pidiendo la expedición de la Circular Roja de la Interpol y todas las demás acciones concurrentes, como decorosa reacción ante el atroz delito. Son entendibles también las expresiones del Comisionado de Paz, en el reportaje que apareció el lunes pasado en el diario El Tiempo, y en las diversas apariciones públicas, cuando es requerido su concepto sobre el asunto. Pero cimentar su posición en el hecho de que el protocolo para estas negociaciones no fue suscrito por este gobierno sino por el anterior (blandengue y entregado de Santos), no le otorga toda la fortaleza argumental que se requiere para un caso que está siendo escudriñado por todos los ojos del mundo. Si así fuera, podría decirse también que, transcurridos algo más de seis meses desde su posesión, no se habían oído los cuestionamientos y objeciones al documento, que resultó ahora interponiendo este gobierno. Y ese silencio, que solo se fracturó con el acto terrorista, gira en su contra. Más aún: La continuidad de las negociaciones se dio de hecho, aunque interponiendo unas nuevas y claras exigencias como la entrega de los secuestrados y la no ocurrencia de hechos como este atentado.
El incumplimiento de lo exigido, (y de esa forma…), destruye por supuesto las conversaciones, pero no elimina lo que se haya pactado, precisamente, para el caso en que se rompan las negociaciones. Para eso son los protocolos… Son la manera pactada en que cada contendor pueda volver a su sitio y comenzar o continuar “su lucha armada”. Así se ve hasta en las películas sobre las guerras de Troya, por ejemplo, donde cada bando envía, como último recurso, una avanzada de seis a diez guerreros, con una bandera blanca, a un punto central, a comunicar las decisiones finales; Y si no hay arreglo, estos comisionados vuelven hacia sus tropas para comenzar la batalla, pero jamás son atacados por la espalda en ese tránsito hasta que se ponen al frente de sus huestes y dan la orden de atacar…Un poco así lo contempla el Derecho Internacional Humanitario. El rechazo unánime al atentado no se refleja en la misma proporción frente a ignorar los protocolos, mal o bien pactados.
No es fácil aceptarlo. Pero adonde iríamos a dar en el caso hipotético de un alcalde que se negara a pagar las cuotas del pagaré que suscribió su antecesor, en condiciones onerosas y casi impagables, por lo general pocos días antes de que se acabe su período. (Hecho de frecuente ocurrencia…).
No podemos poner en riesgo la seriedad del país y especialmente la credibilidad internacional, que es hipersensible e imprescindible, justamente hoy que el Presidente Duque está haciendo gala de un buen liderazgo en ese ámbito. La posición mundial con Venezuela le está dando la razón y mostrando que su comportamiento decente y respetuoso, a pesar de las agresiones insoportables y groseras de Maduro, le han significado respeto. Aunque veremos cómo atiende el aprieto en que nos ha puesto el apunte en la libreta amarilla de rayas de John Bolton, Consejero de Seguridad de los EE UU y sus… “cinco mil tropas, Colombia”… (¿En esos niveles, si habrá un descuido?)…
Comentarios recientes