NELSON PAZ ANAYA
Las Naciones Unidas, y mil entidades más que aparecen a partir de su organización, con planes, programas y compromisos, con metodologías, instrumentos de medición y sus correspondientes soportes ideológicos en aras de fomentar y promulgar un sin número de principios y valores, constantemente producen documentos para preservar la felicidad del hombre en el planeta.
Los foros mundiales, se dan con alguna regularidad, y en sus agendas siempre aparecen los capítulos dedicados a las más variadas metas de propósitos sublimes, a partir de los cuales, la civilización aparece como una etapa de garantías, en donde el hombre rodeado de derechos y reconocimientos, tiene cerca los logros prometidos desde el momento mismo, en que el sistema ofreció la democracia, como el mejor instrumento para hacerlo.
El conocimiento de los daños al planeta por la contaminación, es una de las consideraciones, sobre asuntos comunes, que convocan la mente hacia la universalización de una cultura solidaria con la Tierra, que acompañe sus procesos de resiliencia, para asegurar a futuro condiciones garantistas de la conservación de la existencia.
Estos aspectos desde luego, pertenecen a los tenidos como asuntos macros, muchos están más allá de los límites de las naciones, aun de los continentes, engloban todo el universo, atendiendo como la acción del hombre se convierte en factor contundente, para su prevención o destrucción.
Sin embargo en la cotidianeidad, en ese mundo local, en donde se dan y repiten los aconteceres de la vida, hay otras dificultades, que no por ser de menos cobertura, no lo sean de preocupación por los daños que causan a la humanidad, empezando por la afectación a los círculos más inmediatos de los habitantes, veamos algunos casos tenidos por más frecuentes.
En nuestra ciudad, la problemática generada por la proliferación de las colas en la atención de servicios, como los bancarios, no hay derecho a la congestión, al mal trato, los costos y sacrificios que le imprimen a los desprotegidos usuarios, precisamente los jubilados, no es solo la molestia, es la humillación que se aplica a la población, cuando en bancos como el Popular, en donde se debe atender a personas de mayor edad, se limita aprovechando disque la pandemia, a la atención con solo tres cajeros.
En las llamadas grandes superficies como los Jumbo, y ahora los D-uno, en una ciudad con tan altos indicadores de desocupación, solo se habiliten una o dos cajas, teniendo los sumisos compradores que someterse a largas colas.
Es urgente crear conciencia de estas afectaciones, mucho de la cultura se puede mostrar en la capacidad para señalar estos aspectos y empezar a ser selectivos en los sitios de compras, el desdén mostrado por estos almacenes, dados de manera selectiva, pero con notorias groserías en su servicio, indigna, y llama a la toma de posiciones cívicas, no utilizando sus servicios.
Estas actitudes, con seguridad obligaran a la toma de decisiones de respeto para una ciudad, que les ha brindado todo, incluidos sus mejores espacios, desde luego no son los únicos, son muchos los que actúan de idéntica manera, basta dar una rápida mirada a la ciudad, para comprender la gravedad del problema.
Es posible que la administración municipal, la cámara de comercio, la organización gremial, tomen algunas medidas al respecto, son temas de ciudad, que ameritan su atención, no puede ser que a los ya graves problemas con que afecta el covid-19, se agreguen estas situaciones, que por ser aparentemente pequeñas, se descuidan, pero que lesionan de forma muy ardua a la población.
Las tan recomendadas filas para personas con situaciones de atención prioritarias, desaparecieron, porque a pesar de las recomendaciones del Presidente, de ciertos niveles para abajo, nadie cumple, se busca la disculpa, la manera soterrada de burlar las más elementales normas de convivencia.
La toma de medidas de autoridad y las actitudes ciudadanas, no requieren presupuesto, requieren sentido común, y carácter en los habitantes, parte de la consolidación de la civilización está en la exigencia del respeto, y solo así, se construye ciudad. De momento corresponde insistir, en que la Alcaldía delegue a una inspección especial esta tarea, en donde cómo se vería de bien, algunos Concejales hicieran parte de tan urgente tarea.