MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
Dicen que la identidad nasa se forja junto a la tulpa del hogar, donde la madre es clave para el aprendizaje del nasa yuwe como lengua materna. También que el calor, las llamas y el humo coadyuvan a moldear el amor a la Madre Tierra y el carácter necesario para vivir con un pensamiento propio.
Y aunque en muchos procesos y espacios de los nasa las mujeres no tienen voz y pareciera que no se les permite ejercer cargos importantes, como consejeras legales del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) o de la Organización Nacional Indígena, varias son las cacicas que destacan a lo largo de su historia.
María Mandiguagua, por ejemplo, fue la cacica compañera de Juan Tama. De ella se dice que su fuerte estaba en el manejo de la medicina tradicional, con gran conocimiento de las plantas que existen en la región. Su leyenda narra que hizo trabajos chamánicos para impedir la entrada de los españoles a La Mesa (Caloto), a los territorios de Wila y al resguardo de Vitoncó.
De la cacica Gaitana se pondera su capacidad de convocatoria para reunir a muchos pueblos bajo su liderazgo, su destreza guerrera y una peculiar inteligencia para las tácticas militares. Todo aquello sirvió para defender el territorio a la hora de enfrentar a los conquistadores españoles. Por eso, en su memoria, hay un gran monumento en la ciudad de Neiva, en las riberas del río Magdalena.
En el resguardo de Togoima, en Páez, se le rinde culto con fiestas tradicionales a la cacica Angelina Guyumús, por ser su fundadora. Mujer que llegó a la zona desde las selvas tropicales, con un séquito de guerreros, para unirse a la lucha contra los colonialistas. Durante su administración, desarrollada en la segunda mitad del siglo XVIII, repartió los terrenos de Tierradentro con justicia y generosidad a indígenas y negros cimarrones, evitando pleitos y pugnas en el territorio.
La lideresa Guyumús logró poner de acuerdo a las gentes enanas (tapanos), que viven bajo la tierra, para lograr la proeza de secar la laguna de Togoima y correr de allí a una serpiente monstruosa que asolaba a la población. La víbora, al ser arrastrada por las corrientes del agua, quedó ensartada en unos chuzos de guadua que le pusieron como trampa. Era tan enorme que los animales carroñeros duraron más de quince días comiendo de ella. Después de este suceso, la gente comenzó a construir sus casas en la planada, la cual se pobló hasta convertirse en la vereda de Togoima Centro.
La cacica reclamó para ella un origen sobrenatural igual al de Juan Tama y, cuando murió, muchos dicen que la vieron convertirse en culebra e internarse en el lago. Cuentan que desde allí protege a su gente y escucha los lamentos de los necesitados.
En tiempos de antes, las mujeres nasas no tenían derecho a estudiar, se quedaban en casa, cuidaban a los hijos y se dedicaban a tejer o a sembrar la huerta. En el siglo XXI, muchas nasas ya son profesionales, o universitarias, y marchan junto a los hombres en defensa de su esencia, su cosmovisión y su territorio.
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