NICOLÁS ESCOBAR BEJARANO
Podría ser el título perfecto para un libro, sin embargo, se trata de un mural realizado en la ciudad de Popayán en el marco de la movilización del 19M por las barras bravas (hoy barras comunes), de los equipos América de Cali, Deportivo Cali, Millonarios y Atlético Nacional, quienes valientemente marcharon en calidad de «primera línea», acompañados de valentía y unas latas que usaban como escudo.
Lo anterior, supone un gran avance para la pacificación de los pueblos pues, estos hinchas que durante décadas fueron grandes rivales por los colores de sus camisetas, hoy se unen para lograr que el gobierno corrupto y paramilitar de Ivan Duque (denominado también, Ivan el terrible), respete entre muchas otras cosas, el derecho fundamental a la vida.
Sin embargo, esta no es la única muestra de que el fútbol puede ser un catalizador de paz, ese mismo día (19M) en medio de la carretera panamericana, los indígenas de la CRIC, se enfrentaron en un partido de fútbol contra los policías pertenecientes a la estación de Mondomo (Cauca); qué mejor ejemplo de protesta pacífica que este: dos bandos -que no deberían ser opuestos- jugando en medio de la calle, como en aquellos partidos de barriada en los que todos gritábamos “¡Ultimo gol gana!” y sabíamos que no sólo estaba inmerso el deseo de ganar sino el honor de hacerlo.
Al momento de escribir esta columna de opinión, la CONMEBOL anuncia que por cuestiones de calendario y logística, se negó la solicitud de Iván Duque (vicepresidente de Polombia) de posponer la Copa América, la cual se celebraría en el mes de junio entre los países de Argentina y Colombia, lo anterior más allá de ser una “buena salida diplomática” es un llamado a NO desviar la atención en cosas innecesarias, es decir, todos queríamos ver a Neymar o a Messi jugando en el estadio Pascual Guerrero (Cali), sin embargo, no es el momento para esto. El mundo entero, se dió cuenta de cómo el gobierno de turno, asfixió al pueblo colombiano, hasta el punto de obligarlo a salir a las calles en medio del tercer pico de la pandemia del Covid-19. Tuvimos que jugar con los algoritmos de Facebook y Twitter para no ser censurados y por último, tuvimos que usar libros para armarnos de valor y resistir en las calles.
El fútbol siempre ha estado del lado del opresor, por ejemplo, vimos cómo Videla entregó la copa del mundo en 1978, o cómo Pinochet en Chile obligó a la entonces URSS a jugar en su país días después del golpe de estado en el que murió Salvador Allende. En Italia, antes de esto, Benito Mussolini tenía el control total de la FIFA, tanto es así, que logró que se expulsara al árbitro de la final del mundial de 1934 y por último, en Guinea Ecuatorial el dictador Teodore Obiang logró contratar y nacionalizar jugadores internacionales-incluidos colombianos- para ser coorganizador de la Copa Africana y traer a Malabo a la entonces selección campeona del mundo: España. Pese a todo eso, el pueblo colombiano logró mediante marchas que el mundo se diera cuenta de lo que aquí pasaba para que la atención no se desviara por un torneo de futbol. ¿Y ahora que se va a inventar Duque para dominar?
Adenda: La auto entrevista realizada por el presidente Iván Duque parece ser dirigida por “los periodistas” -vendidos- de un canal amarillista de Popayán.