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DIEGO FERNANDO SÁNCHEZ VIVAS
En un país tan desigual en materia social y económica como Colombia, la única posibilidad que tienen los sectores menos favorecidos de mejorar sus condiciones de vida y generar movilidad social es por medio de la educación.
Esa educación debe ser de calidad y esa calidad debe reflejarse con mayor fortaleza en la educación pública ya que con ello se garantiza que el futuro profesional se pueda desempeñar con más éxito en un mundo cada vez más competitivo en el campo laboral. Ahora bien, si el panorama educativo se observa complejo para la educación pública en lo que tiene que ver con la básica y media, en el campo de la educación pública superior si que se torna en extremo complejo. La razón principal es el déficit financiero de las universidades públicas en el país.
Este fenómeno se originó con la Ley 30 de 1992, en la que se estableció que los ingresos de las universidades públicas se incrementaría con base en el IPC, o índice de precios al consumidor. Al crecer con dicha fórmula la cobertura a un 284% y el presupuesto a solo el 70%, ya se presenta un desbalance considerable. A pesar de que el presupuesto de la Nación asigna para el año 2019, 41,4 billones de pesos, solamente 4,4 billones se destinan a las universidades públicas, en un porcentaje del 10,6% del total del rubro presupuestal para educación, destinándose el resto para la educación básica y media y para el pago de prestaciones sociales de los docentes. Según el Sistema Universitario Estatal SUE, se calcula que se requieren alrededor de 15 billones de pesos adicionales para poder resolver en buena forma el déficit presupuestal de la educación superior en el país, suma bastante superior a la ofrecida por el presidente Duque de 500 mil millones de pesos como respuesta a las recientes y masivas movilizaciones de estudiantes universitarios y sectores populares pidiendo mayor presupuesto para la educación pública superior.
Igualmente cabe destacarse la alta calidad de las 32 universidades públicas que existen en el país. Los sistemas de registro calificado y acreditación de alta calidad de los programas que se ofrecen en dichas universidades públicas son de excelencia. La Universidad Nacional, la del Valle, la de Antioquia, la Universidad del Cauca, nada tienen que envidiarle a centros educativos de educación superior como la Universidad de los Andes, el Externado, El Rosario, La Javeriana o el Icesi en Cali.
El Estado debe mirar con mayor atención la problemática de la universidad pública en Colombia y asignar el presupuesto que sea necesario para su sostenimiento, menos presupuesto para la guerra y más financiación para la educación.
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