RODRIGO SOLARTE
Es algo atrevido el título de esta columna. Acéptenlo como una metáfora, pero reflexionemos sobre su contenido.
Los caucanos vamos a cumplir pronto los primeros dos siglos de fundada nuestra Universidad (1827-2027). Mucho se ha escrito y se continuará haciendo sobre el pasado. El presente se está escribiendo visualizando horizontes para el futuro del Cauca, Colombia y más allá.
Entendamos la Sindemia (sincronía de crisis) con la pandemia, como reto para el conocimiento de las mismas para seguir buscando y encontrando alternativas.
Cada disciplina ha construido su historia. Ella refleja el paso de muchos seres humanos con sus proyectos de vida, concepciones, métodos de trabajo y evaluaciones con consecuencias, aciertos, errores y correcciones en el momento histórico vivido.
Esta pandemia que persiste con menos mortalidad, precursora como las anteriores, de otras que se pronostican, agudizando las crónicas: pobrezas, hambre, violencias, injusticias, desplazamientos, colonialismo, capitalismo salvaje, corrupción, patriarcado, maltratos a la naturaleza y biodiversidad, están evidenciando para gran parte de la población, las causas estructurales motivadoras de resistencias y organización social indispensables para afrontar las múltiples causas que persisten y seguirán mostrando consecuencias.
La satisfacción de los Derechos humanos y de la naturaleza, dueña de nuestra vida en el planeta y cada localidad, llevan implícita la vida natural y social en todas las dimensiones. Vida, territorio y derechos, son la esencia para la construcción progresiva de la paz integral, esto es, entre humanos con la naturaleza de la cual dependemos los terrícolas.
El pensar y actuar, grupal y colectivamente, se va imponiendo, tras siglos de privatización de derechos por el sector que llamamos élite, tras socialización de los deberes impuestos con su legalidad, a las mayorías, nacionales y planetarias.
La educación a través de las universidades, nivel que nos ocupa en esta columna de opinión, como trasmisora de la ideología dominante en este período de la historia, ha hecho parte de tal élite, resistiendo la democratización, libertad, identidad, dignificación, autoestima y orgullo del ser colombiano y latinoamericano. Pero, nada es estático, con dificultades y hasta amenazas a la vida, los procesos proderechos humanos, resisten, luchan y se mantienen progresando.
La democratización de la propiedad de la tierra, la economía, educación, salud, complementación con la virtualidad, van de la mano con el propósito de defender y propiciar la vida, los derechos y la convivencia civilizada por la equidad que se alcance.
Universidad ha sido entendida como universalidad y pluralismo. Las clases socioeconómicas en el poder de las comunidades, sociedad y Estado, van dejando su impronta histórica, con ascensos, descensos, estabilidad relativa, parámetros evaluados principalmente por la economía a ella dedicada, como estatal o pública.
El rumbo tomado durante las últimas administraciones, evidencia la democratización progresiva de nuestra Universidad pública, ampliando su presencia y calidad, tanto presencial como con la virtualidad que ya venía ambientándose desde antes de la actual pandemia Covid-19.
En febrero y marzo de 2022, habrá escogencia del gobierno universitario, paralelo pero muy relacionado con lo que suceda en las elecciones parlamentarias y presidenciales de la República.
No serán elecciones rutinarias. Tanto las comunidades de donde provienen los diferentes estamentos constitutivos, como las organizaciones diversas del campo y la ciudad, están pendientes de la evaluación y prospección que hagan los candidatos y de la veeduría colectiva que seguirá, consecuente con la democracia participativa que lleva a la popularización del conocimiento, las ciencias, técnicas y culturas en general.
Todos los medios de comunicación han de difundir estos procesos, que con las banderas de la Paz, justicia social y dignificación del ser caucanos y colombianos, contribuirán a la formación y capacitación actualizada y comprometida con el país.