Por Francisco Calderón
Como tengo una familiar que vivió en carne propia el infierno del terremoto de Popayán, porque vivía en esta ciudad por esos días, entonces los temas relacionados con este hecho eran, por obligación, espacios recurrentes en cada oportunidad que nos reuníamos entorno a la cálida presencia de la abuela.
Por lo tanto, escucharle a mi tía que tras el fenómeno natural se registraron desmanes entre miles de desesperados que buscaban comida; que las ayudas que llegaban, de países extranjeros, terminaban en las manos de inescrupulosos y hasta de familias pudientes, era ya algo común en las pláticas.
En consecuencia, entre esas charlas había un aspecto que siempre me llamó la atención, porque era contado con cierto halo de especulación, y no con la misma seguridad como mi familiar aseguraba que tras el terremoto, a Popayán arribaron muchos aventureros que se hicieron a señores lotes, terminando después con majestuosas casas. Antes de la tragedia, esas personas eran unos desposeídos más, después del infierno telúrico, eran legítimos payaneses con todas las de la ley.
Ese tema, con tintes especulativos, era la llegada a la capital del Cauca de dos personajes que, en ese entonces, eran unos millonarios que, ante el desgarrador llamado de los damnificados, se tomaron la tarea de repartir dinero en efectivo en varios puntos de Popayán, recibiendo así centenares de bendiciones. Eran unos ricos que, de la noche a la mañana, tenían exorbitantes fortunas, permitiéndoles contar con una atención preferencial por parte de las autoridades de entonces. Ellos eran Carlos Enrique Lehder Rivas y Gonzalo Rodríguez Gacha.
Puesto que era entonces un tema muy contado, entonces en mi afiebrada imaginación quedó esa referencia de esas personas, imaginándolas entregado billetes por montones con la misma facilidad con que se puede regalar un dulce. Años después, cuando adelantaba mi trabajo de tesis en la universidad, ese me encontré con ese tema luego de abordar un texto del sociólogo Alberto Valencia. Mi tía no estaba tan desfasada: el relato sobre Carlos Enrique Lehder Rivas y Gonzalo Rodríguez Gacha ayudando a los damnificados del terremoto sí era real, de hecho, y según explicaba Alberto Valencia, en el libro Violencia en Colombia años ochenta y reforma constitucional, la tragedia de la Ciudad Blanca fue el escenario ideal para que estos dos colombianos estrenaran públicamente el poder de sus fortunas, producto de llevarles cocaína a los estadounidenses.
Era cuestión de encontrar a la persona que me reconfirmara esta situación, tan escuchada en espacios que frecuentaba como periodista, ya cuando ejercía esta labor en la Ciudad Blanca. Todo el mundo lo afirmaba pero cuando se le pedía sostener esa versión, palidecían y terminaba otra vez por echarle ese manto de duda a un capítulo de la historia de esta ciudad que hay que mencionarlo porque fue y la historia, con el dolor del alma, no se puede cambiar.
Como forma de ubicar a esa persona, hice la pregunta en mi cuenta en Facebook, encontrando innumerables afirmaciones sobre la veracidad, pero sola una me condujo a la fuente que me entregaría la prueba documental de ese capítulo veraz del pasado de Popayán.
“Claro que Carlos Lehder estuvo acá después del terremoto, pero cinco meses después del hecho como tal, permaneció en Popayán tres días, entregando mercados, eso de donación de dinero en efectivo es más bien un mito, pero ayudas en víveres, sí fue realidad, yo tengo registrado una de esas entregas en mi periódico Proyección del Cauca, eso pasó porque para ese momento este señor era un político más realizando campaña, de hecho, fue recibido por la Policía en el aeropuerto como si fuera una personalidad nacional”, estas son las palabras del periodista Óscar García a la hora de corroborar este hecho histórico.
Paso seguido, y como el buen notario de la historia que es, este veterano reportero explica que para entonces, Carlos Lehder era un ídolo para las masas populares damnificadas, que prácticamente endiosaban a esta persona ya su ayuda si era más rápida y efectiva en momentos en que la vida apretaba muy duro.
En medio de esas averiguaciones, obtuve una que también confirma esa visita real de personas que de la noche a la mañana eran millonarias. Ya no era solo Lehder el gran benefactor. Otro periodista, corresponsal en ese entonces de un reconocido periódico del Valle del Cauca, me contó esto:
“Me di cuenta en el barrio Bolívar estuvieron Gacha y Lehder juntos repartiendo dinero, Trajeron morralazos de dinero. Pero como de ellos no se sabía nada, de que eran narcotraficantes, o si se sabía, era de manera incipiente y por eso pasó como algo natural de personas con dinero que querían mitigar la difícil situación. Esa historia la conté para el periódico que laboraban. El escándalo fue después, mucho después, cuando ya viene la muerte de Rodrigo Lara Bonilla, ya en Popayán nos dimos cuentan en verdad quienes eran ese par de personajes”, me contó el periodista con la condición de que no revelara su identidad, no quería protagonismo.
Esas visitas reales quedaron documentadas a través de video, imágenes que luego sería expuestas en el documental Terremoto en Popayán, una producción audiovisual producido en 1983 por el realizador payanés Hever Erazo Bolaños. Luego, una productora televisiva compraría a este último los 45 segundos de su producción donde aparecer Gonzalo Rodríguez Gacha entregando dinero en efectivo.
Ahora, en esta altura de mi vida, vengo a escribir esa historia que me acompañó desde pequeño gracias a esa tradición oral vivida en el seno de mi familia y en este aniversario de dicha tragedia, tengo la oportunidad de documentarla.