Por: José Dueñas
Especial para EL NUEVO LIBERAL
Este miércoles 24 de Enero, a las 6:30 pm, en la ciudad de Cali, el fino Periodista, el exhaustivo historiador, el fiel ex profesor de filosofía, el viajero incesante como las olas y filántropo Médico, lanza su Novela ‘La Sangre de David’, un gran relato, con contenido perteneciente al mundo de la ficción, donde hechos, personajes y lugares descritos en esta exquisita novela, por simultaneidad aparente, pueden presentar similitudes o parecidos con personajes, eventos y lugares en el mundo presente, con la magia refinada de la pluma del autor José Ramón Burgos Mosquera.
El escritor expresa que espera expectante a ése toro de la opinión “a porta gayola” (terminología taurina, que traduce al lance en el que el torero espera al toro de rodillas, enfrente de la puerta de toriles); ¡pues bien presagio una salida en hombros y por la puerta grande!
En éstos momentos es bueno presentar al escritor caucano, también educador y un gran viajero: Julio César Espinosa, autor de varios libros, entre ellos ‘Sagrado corazón de ratón, en voz confió’; Espinosa como es propio en él, escribe el prologo de la novela de José Ramón Burgos Mosquera, ‘La Sangre de David’, con un acierto perfecto e impecable que me permito atrevidamente resumir para resaltar la calidad de la novela.
Julio César Espinosa, exalta en una virtud poderosa de síntesis la pluma de José Ramón Burgos Mosquera; que nos lleva de tránsito por los milenarios caminos semitas, por fragorosas culturas vitales africanas y por los senderos que concluyen en este crisol admirable de identidades que es Colombia. Al igual advierte al lector del testimonio del autor, que al concluir el viaje propuesto en la novela, termina afectado por el asombro, el dolor de humanidad y un oscuro terror que sacude el rostro: son reacciones pavorosas del alma, que percibe la terquedad de la especie humana, muy adicta al placer y enemiga a ultranza de toda forma de dolor y de desdicha.
Le plantea al lector la pregunta, que si la felicidad es la meta de cualquier migración: ¿por qué a los seres humanos, les cuesta tanto trabajo aceptar que no puede llamarse feliz, quien conquista una efímera brizna de bienestar y prosperidad, a trueque de la desdicha ajena? Y continúa…:
Terror y pánico son las sustancias en que se coagula la sangre al repasar a vuelo de pájaro los cimientos éticos sobre los cuales la humanidad edificó siempre sus diferentes civilizaciones y culturas: cifrar la propia dicha en la desgracia ajena, construir la ventura y la fortuna convenientes sobre el sufrimiento del pellejo extraño.
Como algunos novelistas en extremo certeros, mediante los artificios bellos de un lenguaje que se nutre de la historia, Burgos con su novela produce una revolución íntima que destruye tales basamentos morales de semejantes civilizaciones deleznables.
‘La sangre de David’, nos fuerza y casi constriñe a entender que para justificar tanta tropelía, el homo sapiens se inventó, se inventa y se inventará siempre el miserable cuentico de que una raza humana está predestinada a subyugar a las demás. Y si no es una raza, entonces será una clase social, un grupúsculo religioso o una mezquina facción política.
“Con su construcción novelada pero con anclaje firme en la realidad, Burgos nos hace pensar a profundidad en este Cauca tan estremecido por tanto terremoto social y natural…”.
Espinosa nos recuerda la frase célebre del escritor y poeta italiano, animador activo de la renovación cultural y literaria italiana del siglo XX, destacado por su desenvoltura al abordar argumentos de crítica literaria y de filosofía, de religión y de política, Giovanni Papini: “…¡Los hombres se destruyen con el hierro y se compran con el oro!”.
Julio César Espinosa evoca con tino y tiento, al poeta Helcías Martán Góngora, descendiente, no de esclavos africanos, sino de “hombres que fueron esclavizados”. Ese gran trovador de verso en ristre, cantador al “humano litoral”, ritmo antiguo y verbo acogedor, que mediante una rima asonántica había decretado que la tierra y el mar “eran un regalo” para la humana especie en general y no una presea para unos pocos.
“Afirma Espinosa, que si viviera Góngora, y hubiera leído ‘La sangre de David’, tal vez hubiera increpado a Israel…”. Como también, habría descubierto la evidencia de que los ingenios azucareros en el centro del Valle son una industria dulcísima levantada sobre la amargura de los corteros de caña.
Concluye Espinosa en éste reducido resumen de su prologo, que José Ramón Burgos Mosquera, en su novela ‘La sangre de David’; con gran originalidad y belleza, denuncia, el carácter nato conspirador de esa sangre pequeña que derribó a Goliat con una simple piedra: los desprestigiados “Protocolos de Sion”, por desprestigiados que estén, acuden a nuestras manos para aclararnos con su luz cínica nuestro pobre entendimiento de “goim”.
A propósito de la analogía taurina José Ramón Burgos: “a porta gayola”, recuerdo una frase del catedrático y medico Rafael Comino Delgado: “Cuando se torea verdaderamente a compás, se lleva al toro enganchado con la muleta, con el brazo, con la cintura, con todo el cuerpo, pero, sobre todo, se lleva enganchado con el alma“. Y si !… José Ramón Burgos, escribe talentosamente a compas; lleva al lector enganchado con su pluma y con todo su cuerpo; pero esencialmente José Ramón Burgos, sujeta con su muleta al lector y no lo suelta, por el contrario se hace acompañar a su salida por la puerta grande!
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