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    La salud en una sociedad enferma (1)

    RODRIGO SOLARTE

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    El énfasis formativo y de capacitación tecnológica para las profesiones, son procesos que evolucionan desde lo general o necesidades más frecuentes, hasta particularidades motivadas por retos que la realidad y desconocimiento, inducen a investigar para buscar alguna alternativa de solución, así sea parcial y pasajera.

    La salud integral entendida como proceso salud-enfermedad desde lo individual a lo colectivo de una comunidad, incluye para ser considerada, factores medioambientales y hereditarios o genéticos, considerando en el medio, el ambiente cultural.

    Lo individual, familiar, comunitario y social, mirados como sistemas abiertos, también conforman redes intercomunicadas, dentro y fuera de los seres humanos y con otras especies, que las ciencias naturales, básicas y aplicadas, ya conocen y siguen investigando.

    Desde lo biológico, patológico e individual inicial, se ha evolucionado hasta lo psicosocial, sano y enfermo, lo socioambiental, y POLITICO ESTRUCTURAL por la interrelación que confluye hacia los procesos vitales del Ser Humano en su contexto: local, regional y universal.

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    La epidemiología clínica y social nos ha llevado a articular la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, el tratamiento interdisciplinar de las mismas, la rehabilitación, lo paliativo por la limitación del conocimiento para enfermedades consideradas como no curables, abarcando hasta la epidemiología de la violencia, gestada con las experiencias violentas en Colombia.

    La salud familiar también trascendió lo individual y patológico, sin desplazarlo, llevándonos al núcleo fundacional de las comunidades y sociedades, la familia, diferenciadas culturalmente y en los diferentes estratos socioeconómicos.

    La reducción del conocimiento en salud integral a lo técnico, por pragmático y económico que sea, es persistir en la visión de lo humano, como un objeto o aparato, sin sentimientos ni contextos diferenciables, sometidos a ser tratados o manejados, como el patrón o mecánico desee o considere.

    La cuarta revolución industrial, cibernética, informática, virtual, de inteligencia artificial ( I A ), robótica, nanotecnológica, nos impresiona, igual o más que los anteriores saltos o procesos del conocimiento ( imprenta, energía fósil, atómica, teléfono inhalámbrico, Tv, ciencias espaciales), que las potencias económicas continúan investigando y compitiendo por su dominio.

    El dominio del positivismo científico ( ver para creer, y estamos viendo también lo invisible anteriormente) al sobrevalorar lo mecánico contemporáneo o posmoderno, subvalora los diferentes conocimientos de la humanidad, cuya experiencia, no toda empírica, ha demostrado ser vital para el mantenimiento de la vida y biodiversidad en el planeta( agua, plantas, tierra y aire sin tóxicos, tradiciones de sostenibilidad ambiental, seguridad alimentaria, afecto instintivo entre los seres vivos, la minga como síntesis de lo participativo y de interés común etc).

    Quienes conciben el pragmatismo científico sin sensibilidad social y humana, al desconocer, conscientemente o por ignorancia, la conformación integral del SER y sus derechos, usa o compra tales conocimientos y técnicas para mantener o imponer el poder económico político que conciben ¨ democráticamente ¨ intransferible.

     



     

    La salud y educación digitalizada, complementará, no reemplazará, la atención directa a los seres humanos en todo su proceso vital. El énfasis de no pocos gobiernos, es más por factores económicos y de moda contemporánea, sin desconocer los condicionantes de países comercializadores de tales equipos y tratados aceptados por gobiernos satélites como el nuestro.

    Algo sobre lo estructural. Los caucanos, gracias a la mínima existencia industrial contaminante; a las tradiciones que evolucionan cultivando sus raíces, sin desconocer y adecuar los progresos científicos a sus necesidades; a la diversidad étnica y medioambiental enriquecedora; a la conciencia POLITICA EN DESARROLLO para afrontar el presente y futuro con resiliencia, autoestima, creatividad, solidaridad y optimismo; a nuestra histórica y universitaria capital, tenemos la gran oportunidad de trascender este siglo, sin mayores añoranzas.