NELSON EDUARDO PAZ ANAYA
Escribo esta columna de opinión, sorprendido por la cantidad de mensajes recibidos con ocasión de la anterior titulada: “No se puede orinar en Popayán”, un tema elemental, sobre una cotidianidad que genera incomodidades a todos los transeúntes, riesgos a la salud, y perjuicios a usuarios de servicios elementales como el tomarse un café o parquear un vehículo.
De los recados se deduce que los lectores están muy pendientes de asuntos relacionados con el sector histórico, razón por la cual, nos aventuramos en otro tema, que es bien difícil, porque se supone está reservado para los expertos en sectores considerados Patrimonio de la Humanidad.
Para situarnos en un contexto aproximado, se debe hacer referencia a la Alcaldía del Doctor Cesar Cristian Gómez C., que inauguro uno de los más llamativos eventos de la Ciudad, los seductores “Viernes de Museos”, todo un espectáculo digno de la majestad de la ciudad, conmovedoras tardes de arte, la delicia del encuentro, la tentación de los licores, la gastronomía lugareña, mujeres hermosas, el encanto de las multitudes, la eventualidad de la noche.
Era una celebración por mes, y el coronavirus sacrifico tan buen espacio de ciudad, la recuperación de estos eventos y la vida del sector histórico, según recomendación de muchos lectores, amerita, los expertos en la gestión de este monumento colectivo, diseñen formas adecuadas que permitan la utilización de edificaciones en el marco del parque para el disfrute de sus visitantes.
Igual puede ser utilizado el foyer del Teatro Municipal, resulta que la ciudad disfrutaba de un sitio de encuentro, el célebre “Café Alcázar”, era parte fundamental del suceder del sector histórico, su exquisito café, las señoras que lo atendían, las escondidas mesas de billar, los olores de tabaco, café y betún hacían del lugar un referente de Popayan.
Muy machista su tipología, no entraban mujeres, eran muy liberadas las que lo hacían, pero no había en sí, ninguna prohibición, normas de la costumbre, no contemplaba tampoco restricciones sociales, igual estaban los magistrados, los mecánicos, los ebanistas y aun se conocían bandidos que compartían las mesas del café.
No fue una buena decisión sacrificar el tradicional lugar, en el cual, era diversión compartir los sitios que preferían y frecuentaban personajes de la lúdica Popayan del siglo xx, para instalar un banco.
Mucho se ha hablado de darle vida al sector histórico, mientras el Plan de Ordenamiento Territorial, no invite a los bancos a contribuir con la recuperación de la vida del más importante sector del monumento colonial más grande de América, llevando sus oficinas a otros sitios adecuados, será imposible; al fin de cuentas estos servicios se buscan en donde estén y son diurnos.
La recuperación económica de la ciudad pide medidas que permitan una buena estrategia, el mundo universitario, el comercio, el interés por los monumentos y la diversión son fuente de cultura y de riqueza, el proyecto de adecuación de las áreas adyacentes al Rio Molino, va a necesitar sitios claves de soporte en el centro de la ciudad.
La reconstrucción y restauración de Popayan, institucionalizo la arquitectura de muchas cuadras, se desplazó la vivienda por el costo de su recuperación, fue una medida oportuna en el momento, pero en el mediano y largo plazo, viene afectando el disfrute de estos lugares privilegiados, y sobre todo amenazando su permanencia como se puede observar.
Es posible la normatividad sobre la administración de estos lugares protegidos, incluya la destinación de los locales dados en arrendamiento, es dable de igual manera se den las restricciones pertinentes; por razones de prudencia no se hace referencia a algunos de la curia, pero no tienen uso ideal.
La Administración Municipal, tiene el desafío de producir acciones que muestren su capacidad para continuar las que se iniciaron; aun con la pandemia, pero la ciudadanía tiene que aportar su capacidad de presión para que el Concejo del Municipio en el POT, y entidades privadas y públicas, ubicadas en el sector histórico, entiendan la responsabilidad que les compete, en una tarea de decisiones impostergables. La ciudad es un conjunto arquitectónico de obligada protección, fuente de cultura, de amor y de riqueza, a todos compete un aporte de responsabilidad y no es mañana, es hoy.