Es el uso adecuado de los signos de puntuación en la lectura.
La puntuación es de suma importancia para que el oyente pueda asimilar y captar con más facilidad el significado de lo leído. No se puede descartar la buena entonación por parte del lector; ésta hace agradable la lectura. Los signos de puntuación requieren, de quien hace la lectura, correcta aplicación de las pausas necesarias; de acuerdo con el signo que se encuentre en el trozo que se lee.
Un tema puede ser muy motivante, pero si es mal leído, se vuelve tedioso y aburridor; no puede ser asimilado. El lector, además de saber modular, debe medir su voz, de acuerdo con el auditorio y número de oyentes. Los oradores, sí que deben manejar este asunto. Los signos de puntuación, como la coma, los dos puntos, el punto y coma, el punto final, tienen pausas moderadas, que el lector debe emplear adecuadamente. La interrogación y la admiración necesitan entonación propia. Es de singular importancia saber respirar, para que haya descanso de la voz, y no aparezca como sofocado y cansado en el desarrollo de la lectura.
Una simple COMA (,), puede cambiar el sentido de una oración. Veamos este sencillo ejemplo: “Resucitó, no está aquí”. Se dice, que cuando Jesucristo salió del sepulcro, apareció la leyenda anotada, con el significado, de que él, ya no estaba allí.
Dice la historia, que los judíos quisieron hacer creer, que Jesucristo no había resucitado, que estaba en el sepulcro. Entonces, cambiaron de lugar la COMA y escribieron:
“Resucitó no, está aquí”. Bien leídos los dos escritos, concluímos que el significado es totalmente opuesto: en el primero, Cristo, resucitó; en el segundo, nó. En este corto ejemplo, vemos el valor de la coma.
A continuación, traigo un ejemplo, en donde claramente se aprecia, el valor de la puntuación y la entonación adecuada.
Lo utilicé en mi época de Profesor de Español.
Testamento de Don Facundo.
En este testamento hay cuatro personas interesadas en quedarse con los bienes de Don Facundo. Son ellos:el sobrino, el suegro, el sastre y el mendigo.
“Señor Notario le dejo mis bienes a mi sobrino no a mi suegro tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los mendigos todo lo dicho es mi deseo”.
Como podemos notar, no hay ningún signo de puntuación; cada interesado lo puede puntuar, según su deseo. No hay sentido, no hay nada. El que lo lee como está, llega al final cansado. O sea, que el testamento, no queda para nadie. Pero veamos el testamento, puntuado por el sobrino: “Señor Notario: le dejo mis bienes a mi sobrino; no a mi suegro, tampoco, jamás se pagará la cuenta del sastre, nunca de ningún modo para los mendigos. Todo lo dicho, es mi deseo.”
Todo queda para el sobrino. El ejercicio se puede hacer con cada interesado. Practíquelo.
En síntesis, hay que tener en cuenta, para una buena lectura: la puntuación, la entonación y la respiración.
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