MIGUEL CERÓN HURTADO
La situación socioeconómica de Colombia, derivada del acumulado de tres décadas de neoliberalismo, es lamentable y el medio apropiado para sacar el país de esa debacle es el régimen político con sus sistemas operativos; pero la realidad política colombiana no se presta para colmar las expectativas de la comunidad nacional.
Todos esperaríamos que fuera la llamada “izquierda” la corriente política que proponga y lidere un proceso de cambio que permita enderezar el funcionamiento del Estado hacia fines de gran alcance social; pero lo que vemos en el accionar de los dirigentes de esta corriente es totalmente alejado de la realidad y anacrónico frente a la coyuntura histórica. A los veinte años que van del presente siglo, las condiciones de la economía son muy diferentes a las del medio siglo pasado, cuando se originó el discurso que aun agitan muchos de los llamados “izquierdistas”. Ya no es la lucha de clases ni la idea de “pobres contra ricos”, ni es la destrucción del capitalismo lo que la sociedad requiere; porque hoy no es el mismo capitalismo del siglo pasado cuando la esencia del sistema económico era la existencia del empresariado y el proletariado; hoy predomina el poder de los rentistas y el proletariado está globalizado en pocas empresas que aún quedan en el aparato productivo mundial. Inclusive, los empresarios, aunque son también capitalistas, son sacrificados por el capitalismo rentista que es transnacional y que opera a través de los grandes fondos de inversión.
El enemigo público número uno es el neoliberalismo, que se ha incrustado en el seno del Estado para colocar el organismo al servicio de los fondos de inversión, por lo cual la confrontación entre clases sociales queda fuera de tono y por ello el discurso del siglo pasado en contra de los ricos no se acomoda a la realidad presente, como tampoco la denominación de “izquierda” dentro de los mismos cánones conceptuales que se usaban hace medio siglo. Pero no se observa en el escenario político, que haya un debate acerca de cómo desmontar el neoliberalismo, cuyos cimientos están empotrados en la misma Constitución Política.
El debate político está girando en torno a la escogencia de candidatos, a quienes se les ubica en la derecha, la izquierda y el centro, pero no se discute sobre las políticas para desmontar el neoliberalismo. Hoy el eje del debate no es la confrontación de clases ni el cambio del sistema económico, sino la forma como se maneja el Estado y las políticas que debe adoptar para resolver el tema de la concentración del ingreso y la desigualdad. El manejo de los bienes públicos, que el neoliberalismo pretende trasladar al sector privado a raja tabla, requiere de una propuesta política clara de la que no se habla por parte de los candidatos. Se olvidan que uno de los factores que más ha contribuido a la agudización de la pobreza extrema, además del deterioro del empleo, es la privatización de los bienes públicos que con el exagerado sistema de tarifas, se come la mayor proporción de los ingresos familiares dejando sin opción a la satisfacción de las demás necesidades humanas. El año 2021 seguramente tendrá mayor protagonismo social el debate político; pero las opciones no son halagadoras porque seguirá el tema concentrado en la escogencia de candidatos, es decir la política reducida a los personajes y no a las propuestas, con el agravante de que la discusión se concentra en la hoja de vida pasada de estos mismos, como si su historial personal fuera factor determinante de la calidad de la gestión pública con la que se realizan las políticas dentro del manejo del Estado, por lo cual en estas condiciones, paras el próximo año el país no puede esperar mucho sobre la prospectiva política.