HAROLD MOSQUERA RIVAS
El partido político Centro Democrático impulsa una propuesta legislativa para reducir la jornada máxima laboral a 40 horas semanales. En la actualidad esta jornada se encuentra fijada en 48 horas. Si bien la propuesta se atempera a la nueva realidad de las relaciones laborales, se presenta en un momento en el que, la atención del mundo entero está fijada en la pandemia del Covid-19 y sus efectos, en especial en las relaciones de trabajo y la economía. De otro lado, resulta extraño que, mientras el partido de gobierno impulsa el proyecto de ley, el gobierno a través de sus ministros, se oponga al mismo, con lo cual parece casi seguro que, por ahora el proyecto no se va a convertir en ley de la República, pero si le va a servir al partido de gobierno para obtener dividendos políticos de cara a los próximos debates electorales.
Para tener algunas referencias, en Suecia y España la jornada laboral máxima está fijada en 40 horas semanales, en Dinamarca son 37 horas y en Suiza y Alemania son 35 horas, En Ecuador son 40 horas, en Chile 45 y en Brasil 44 horas. La tendencia mundial sin lugar a dudas es a reducir la jornada laboral máxima a 40 horas, o menos. Desde esta perspectiva, la iniciativa debería imponerse, pero en contra de ella juegan la cantidad de empresas y negocios que se quebraron por la cuarentena de la pandemia, la cantidad de personas que perdieron el empleo por la misma causa y en consecuencia, reducir la jornada, cuando ello implica aumentar los costos laborales de muchas empresas, en beneficio de las personas que trabajan y sus familia, es algo que seguramente deberá esperar unos años más, al menos mientras salimos de la crisis del Covid-19.
Hoy en Colombia son muchas las personas que trabajan más de 48 horas semanales, sin recibir pago extra por ello, otras perciben salarios por debajo del mínimo legal vigente y otros laboran sin recibir prestaciones sociales, en la modalidad disfrazada de contratos de prestación de servicios. Me parece que en estos momentos, cuando se imponen estas formas de trabajo precario y en contra de la ley, antes que promulgar una norma que reduzca la jornada, sería más conveniente adoptar las medidas necesarias para que, quienes están trabajando más de 40 horas semanales perciban el recargo de ley, así mismo garantizar que a todos los trabajadores reciban como pago al menos el salario mínimo y lo que es más necesario, eliminar las formas de contratos de trabajo, disfrazadas de prestación de servicios, que tanto en el sector privado como público, se han convertido en el instrumento de reducción de costos laborales y la manera perfecta de precarizar a los trabajadores, que movidos por la necesidad, aceptan estas injusticias, ante los ojos indiferentes de las autoridades que por ley deberían controlar y vigilar que las normas laborales se cumplan sin violación alguna. Es seguro que, si se aprueba ahora la ley de reducción de la jornada laboral, veremos nuevas e ingeniosas formas de precarización, que se burlen de la nueva norma, amanecerá y veremos.