QUEIPO F. TIMANÁ V.
En la universidad uno aprende y luego enseña que las propuestas y proyectos deben seguir un proceso lógico en donde prime la razón, el cual se inicia con una inspiración o motivación por lo que ha leído, conocido, por la necesidad de transformar una parte de la realidad que considera debe ser mejorada, por cuento es una necesidad sentida por mucha gente, que reclama una solución, surge la idea, luego se pesa su valor contra la realidad, se mide su factibilidad, se trata de predecir sus efectos secundarios, buenos o malos , y se hace un cálculo de costo beneficio para saber si conviene proponerla o no. No siempre es original. Por cuanto se basa en ideas previas y en el resultado que produjeron. Se recomienda en algunos casos alguna prueba piloto para detectar efectos inesperados. Esto hace que una propuesta cuando sale de la boca de un candidato tiene un alto nivel de elaboración y se constituye en una hipótesis de trabajo que se discute, se critica y se modifica. La idea tiene que someterse a la madurez de la crítica, por cuanto aún, puede suscitar dudas y vacilaciones.
Este procedimiento debería aplicarse para plantear propuestas y soluciones a los graves problemas que enfrenta la sociedad colombiana entre otros: Cómo eliminar o cerrar la gran brecha histórica entre ricos y pobres, en lo económico, social, educativo y cultural.
Recordemos que los grupos guerrilleros antes de ser captados por el narcotráfico, manifestaron que ese era su objetivo, la realidad es que contribuyeron a profundizar esa desigualdad, además de matar a decenas de miles de personas.
La filosofía del siglo XXI, que decía ser la solución para cerrar esta brecha, implementada entre otros países en Venezuela, al expropiar las industrias y una emisión irresponsable de dinero, ahuyentaron la empresa, la inversión privada y arruinaron a la clase media, se niveló por abajo, volviendo a todos pobres y con hambre.
La lucha contra la corrupción, debe ser compromiso del gobierno y propósito del gobierno de la república. Debe crearse un sistema que despolitice el nombramiento de las cabezas de los organismos de control.
Se requiere una agenda social ambiciosa, que apoye la igualdad de la mujer, ofrezca oportunidades para los jóvenes, les dé acceso a la educación superior y les ofrezca trabajo, se requiere crear un ingreso básico para todas las personas mayores, tanto urbanas como rurales, también se debe apoyar a los grupos étnicos quienes han sufrido un marginamiento constante.
La creación de empleo, tiene que estar enmarcada en una ambiciosa política de desarrollo productivo, para ello además de una educación pertinente, la cual tiene que estar apoyada en la ciencia y la tecnología, se debe plantear la diversificación de las exportaciones, y una política de conservación del medio ambiente, como posibilidad para que continúe la vida de la especie humana y demás beneficios que nos proporciona la naturaleza,.
Se requiere un apoyo decidido alas micro y pequeñas empresas, con capacitación e innovación, programas de financiamiento y acceso a la tecnología y formalización empresarial.
Se requiere una agenda internacional que apoye los derechos humanos, la democracia, el multilitarismo y la integración latinoamericana.
¡Pero la realidad de la política es otra!
Las investigaciones sociales nos demuestran que lo que predomina en nuestra decisión política, no son los programas bien estructurados, es la identidad social sobre la ideología, siendo al fuerza que cohesiona a los grupos políticos y que los lleva a actuar con la pasión de un hincha, las características del candidato, principalmente su oratoria, hacen que la gente se identifique con el independientemente de las propuestas y soluciones que plantee a esto le agregamos la capacidad de indignación, de rabia, serán las características identitarias dominantes en los votantes por su credibilidad total en su candidato, después vendrá el desengaño y la frustración, por cuanto fue una ilusión la que asumió y no un análisis de un programa juiciosamente estudiado y estructurado.