La poesía tiene la palabra

JOSÉ ANTONIO CONTRERAS

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Una nueva causa nos induce a ser protagonistas de lo que sucede en toda la extensión de nuestra patria. La palabra corrupción suena a bolero antiguo, a pistas de baile madrileños, a remembranzas estériles de épocas mejores; suena a todo y a la vez suena a nada. Escasos conceptos llegan a nuestros oídos y nos confundimos con las noticias que hablan de millones de dólares como si fueran arepas encontradas en el mercado bursátil y cambiario de nuestros barrios neófitos y universales que han salido hace ya mucho tiempo a pasearse por las fronteras del mundo. Entonces el mundo se topa con nuestra mirada despreocupada y provinciana a través de un titular en alguna revista local donde dicen: Caso Odebrecht: más de 12 personas están en prisión por este caso de corrupción. Y empiezan a desfilar nombres tan queridos como odiados de ex senadores de la República, y en ese trajín democrático de culpabilidades, se mancha de costra putrefacta el nombre del ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010). Entonces para no olvidar el contexto y para realizar nuestro trabajo inducido por la realidad vamos a repetir aquellos nombres que manchados de pobreza, porque son pobres de espíritu aquellos que juegan con la pobreza de otros, transitan por las cárceles de nuestra patria: Otto Bula y Gabriel García Morales. Bernardo Elías y José Melo. Juan Sebastián Correa y los empresarios Enrique y Eduardo Ghisays. Cesar Hernández y Gustavo Urrego. Y finalmente está también en la cárcel el senador oficialista Bernardo Miguel ‘Noño’ Elías.

Estos hombres de la patria han bailado a su ritmo con los millones de dólares que nosotros nunca veremos juntos, dineros calientes, los llaman, también se conocen como coimas, y gente de mucho prestigio, pero pobres de principios, están involucradas en este affaire de vendettas económicas que superan nuestra imaginación y la poesía. Seamos protagonistas, esta es, también, nuestra historia.