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ROBERTO RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ
Ante la pregunta de un Estudiante, “y Usted, Profe, ¿todavía creyendo en esos cuentos de la paz?”, debí responderle “no solo creyendo sino construyéndola, pero no cualquier paz”.
Ante las ensoñaciones pero también ante los proyectos honestos, y ante tantas ingenuidades, manipulaciones e incumplimientos, hemos aprendido a diferenciar entre las diferentes visiones de paz de grupos y las personas, y en cada una de ellas precisar lo puramente teórico y lo realmente práctico.
En términos optimistas, pensando que los argumentos son cambiantes y se combinan, básicamente sabemos que los gobernantes (incluidos empresarios, militares y funcionarios) hablan de una paz democrática, respetuosa de los derechos humanos, y se comprometen con ella; pero realizan una paz funcional a los negocios e inversiones, y que aniquila a sus opositores económicos y políticos.
Los guerrilleros en términos generales hablan de paz con justicia social, de reformas que amplíen la democracia liberal; pero persiguen derrotar militarmente a las élites económicas y a sus políticas públicas, para implantar otro régimen no muy claro.
Los políticos electoreros, como siempre lo han hecho, prometen paz, convivencia, bienestar y desarrollo; pero todo es una retórica que ellos y nosotros sabemos que no van a cumplir, pero compran los respaldos.
Los religiosos en términos generales, aconsejan el perdón, y piden confiar en el poder del amor de dios que llevará a vivir fraternalmente; pero sus dirigentes apoyan y hacen acuerdos con las élites, realizan negocios, y adormecen.
Los académicos en general dan lecciones de paz y de derechos humanos, creen conocer todas las causas y soluciones de los problemas socialmente relevantes; pero no superan lo teórico, escriben para el beneficio personal, abundan los burocratismos.
Pero lo que es peor, para grandes sectores sociales no ha existido la paz ni en la teoría ni en la práctica, aunque toda la vida hayan luchado por ella con algunos pequeños logros.
Obreros y trabajadores desconocen los limitados beneficios estatales contenidos en las legislaciones y políticas públicas, y sus situaciones de pobreza los lleva a vivir protestando contra las variadas violencias que sufren.
Campesinos y pequeños propietarios no son reconocidos como sujetos de derechos especiales, pero son quienes más han sido afectados por las violencias estructurales, por lo que antes que conceptuar sobre la paz aspiran a por lo menos vivir.
Indígenas en general, tienen organizaciones sociales y políticas, y recursos limitados con los cuales plantean desarrollos alternativos para sus resguardos; pero son perseguidos, discriminados, sus líderes han sido asesinados y estigmatizados, se trata de pueblos organizados pero en peligro.
Afrodescendientes en general, poseen unos Consejos Comunitarios que están en pleno desarrollo, sobre todo para el rescate de sus territorios ancestrales; pero sufren los ataques de todos los armados (oficiales y privados) que controlan sus territorios, riquezas y poblaciones.
Pobladores populares urbanos, plantean luchas y movilizaciones por la vivienda, los servicios públicos, el medio ambiente, y sobreviven a pesar de las muchas necesidades. Para ellos tampoco ha existido la paz.
Las organizaciones sociales y comunitarias realizan luchas cada vez más políticas, y avanzan en sus concepciones de la democracia (real), pero son perseguidas por los poderes hegemónicos, sobre todo a nivel de sus victimizados liderazgos.
Asi las cosas, entre unas concepciones en torno a la paz que son engañosas, manipuladoras, que persiguen objetivos diferentes a la convivencia real; y otro bloque de concepciones que ven lejana la paz, preguntamos, que debemos hacer? – Continuará la próxima semana.
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