Por Francisco Javier Pantoja Pantoja
Magister en Economía Aplicada
@fjpantoja
El SÍ será contundente. Así lo pronostican las rechiflas al expresidente Uribe. ¿Y después qué? De la Paz de la Habana, a la Paz del Plebiscito. De la Paz del plebiscito a la Paz económica y de la Paz económica a la Paz ciudadana.
Para alcanzar la Paz económica, la tecnocracia debe cambiar el discurso, de tal manera que no vuelva jamás a la Habana a otra negociación. Las velas que le prendió al credo neoliberal debe apagarlas. Ese Dios, no hizo milagros. Los hechos hablan por sí solos.
Después de 26 años, en cuanto a los niveles de miseria y pobreza, Colombia esta como corcho en un remolino. La plegaria de la apertura económica, no logro reducir el abismo de la desigualdad. La ilusión neoliberal del Presidente Gaviria, no alcanzo ni para la pepa de un rosario y no me refiero a mi universidad.
Dejen atrás el cuento de que, a una persona se la saca de las arenas movedizas de la pobreza, con el solo hecho de recibir un subsidio. Tal vez, La entrega de los tales subsidios, tienden a evitar que la bomba social explote. Eso es una olla pitadora.
Cuando Chávez llegó al poder en Venezuela, en varios países latinoamericanos corrieron a entregar subsidios. Había que evitar a toda costa, que el poder político se perdiera y cayera en manos de Maduros.
Así fue, Colombia le copió a Venezuela el famoso programa de Vivienda. Con la diferencia que, allá la meta de era de un millón y aquí de cien mil.
Pero aquí, en el país de la Paz, la desigualdad social es una marca con franquicias. Para tener “Mi casa Ya” hay que ir a los olímpicos y traer una medalla. Es la mejor manera de reducir el abismo entre ricos y pobres. A punta de puños, como el querido boxeador.
Bueno, vuelva al hilo. El interés nacional no puede girar en torno al indicador de crecimiento económico. Este, refleja solo la riqueza de unos cuantos: los dueños y los “amiguis” colombianos de las instituciones financieras internacionales.
Pero, al construir el nuevo interés económico nacional, no vayan a llamar a ningún codirector del banco de bancos. Ellos, son expertos en subir la tasa de interés, que socava la economía nacional y se prestan para el negocio cambiario. Lo que a la postre, aumenta las ganancias del sistema financiero internacional.
Y como soplan vientos de constituyente, de paso, hay que reformar el “articulito” de la “nueva” constitución del 91 que ahora es moribunda. El que dio origen a la Ley 31 de 1992 y que les otorgo a estos señores la representación del estado ante los organismos financieros internacionales.
La ley en mención, los considera sabios de la ciencia económica, y disque defensores del interés nacional. Dijeron que la meta inflacionaria era del 4%, pero, la economía real, pum, les dio una bofetada en 8.1%. Talvez defensores del puesto y de los caprichos de las instituciones financieras internacionales. Cuando terminen el periodo en el banco, seguro, los nombraran consultores internacionales.
Tampoco, vayan a llamar a un tal exministro de Hacienda de apellido Hommes. El firmó, el famoso documento del Consenso de Washington y corriendo se vino a Colombia a aplicar las nefastas políticas neoliberales. Hace algunos meses el laureado profesor Piketty, dijo en y sustentó que, Colombia era el país más desigual del mundo. Varios exministros aplaudieron al francés.
Ni al profesor Kalmanovitz, porque para poder ser codirector del banco, le toco quitarse la camiseta de marxista por la de neoliberal.
A tener en cuenta, al expresidente de la SAC, Sociedad Colombiana de Agricultores y su propuesta de reforma agraria, tal vez, parecida a la que hizo Japón en Corea del Sur. País tan admirado por los neoliberales y donde se derramó sangre colombiana.
Dos cosas, a tener presente para la construcción de la nueva economía colombiana. Una, la momentánea lucidez económica del presidente Lleras de 1978, el liberal bueno. Sus decisiones crearon un clima de progreso y desarrollo económico hasta ahora sin precedentes. Y segundo copiar el modelo de Estado de los países ricos: Protector, redistributivo y defensor de la soberanía nacional.
Ahh y dejar la pelea por el por el premio Nobel de Paz. Que le entreguen uno a Santos y otro a Pastrana, en ceremonias distintas, una en Oslo y otra en Estocolmo, a la misma hora. Y el premio Nobel alternativo para Uribe, se lo merece. Hizo “entrar” en razón a los guerrilleros.
¡Hay más ideas! me las reservo. No me las vayan a copiar, quedan para cuando haya hambre. Las aquí planteadas, quedan patentadas con tinta de periódico.
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