Ana María Ruiz Perea
@anaruizpe
En estos días vi una imagen (meme, lo llaman en las redes sociales) que tenía como título Cuando las futuras generaciones estudien historia; era la foto de una enciclopedia con los tomos 2013, 2014, 2015, tomo No hablemos de este, tomo 2017, 2018… Creo que la imagen fue diseñada por alguien optimista, que piensa que los años venideros no serán peores que el 2016, pero no le sobra razón cuando señala que el año que estamos viviendo parece ser uno pésimo, al menos para la democracia.
Desde que se puso en duda el poder supremo de los monarcas y se abrió camino para que el pueblo participe en política, han saltado de las urnas al poder tiranos, déspotas, criminales y corruptos de todas las calañas que no necesitaron hacer una revolución para tomarse el poder por la fuerza; llegaron a él cabalgando sobre los laureles de mares de votos que la gente depositó por ellos.
Como todo invento de los humanos, la democracia es insuficiente, maleable y altamente vulnerable, pero entre todas las maneras que se han ensayado de operar unas normas para el funcionamiento del gobierno y la sociedad, la democracia es (como nuestro Acuerdo de Paz) la mejor posible. Y si bien la democracia no se agota en los llamados al pueblo a votar, si no hay voto no hay democracia.
Así, por la vía democrática, este año los ingleses decidieron salirse de la Unión Europea. Sin entrar en detalles sobre si es o no una decisión adecuada, la campaña ganadora en los comicios de junio movilizó a una gran masa de votantes con mentiras acerca del monto de sus impuestos que se iba a la bolsa común europea, entre otras. La indignación del bolsillo, más ese espíritu imperial tan propio, llevó a los ingleses a renunciar al único paso que han dado por la integración.
Hoy, la cosa no está tan clara. A la colombiana, en la Corte Suprema en Londres se radicó una demanda que busca obligar a que el acuerdo de divorcio con los europeos tenga que pasar por el Congreso para su ratificación. Dejando las mentiras de lado, que haya solo 4 puntos de diferencia (48 a 52%) y que su implementación tenga efectos tan grandes para la sociedad, lleva a los que no se rinden a dar la batalla legal y política que haya que dar para no caer en lo que consideran un despropósito.
Se parece mucho a nuestro No y lo que ha seguido. Es muy corta la distancia numérica entre ganadores y perdedores, no se trata de la elección de una persona sino de un modelo de país, se engatusó a muchos votantes y se busca una salida por el Congreso. No hay democracia sin voto, pero el voto no es garantía de democracia, parecería ser el corolario. Por cuenta de un ejercicio democrático, hoy ambos países están (¿estamos?) polarizados y transitando por ese incierto lugar que se llama el limbo.
Otros países están en vísperas de confirmar que la democracia es una tiranía de corruptos enquistados en el poder. Este domingo 6 de noviembre van a urnas los nicaragüenses para reelegir a la Pareja Presidencial “Cristiana, Socialista y Solidaria” de Rosario y Daniel, todo poderosos gobernantes de Nicaragua desde hace 10 años.
Entre tanto, en la Guajira colombiana por vía democrática los mafiosos se vuelven a hacer al botín del voto, para poner un nuevo gobernador que perpetúe la estructura delictiva de robos, crímenes y control del territorio donde su pueblo muere de desnutrición. ¿Qué es la democracia en la Guajira? Nada más que una herramienta delincuencial.
En 2016 no se inventó la validación democrática de la estupidez, pero cuánto ha proliferado. Otro ejemplo, en junio Filipinas eligió como presidente a un tipo que se compara a si mismo con Hitler y tiene al ejército matando drogadictos en la calle, entre muchas otras barbaridades.
Y en los Estados Unidos están a punto de elegir como presidente a un figurín xenofóbico y misógino, calificativos que describen probadamente su programa de gobierno y los rasgos de su personalidad. A muchos colegios electorales no les importará que el señor haya evadido impuestos o manoseado trabajadoras, ni el muro que pretende construir ni su peligrosa amistad con Putin. Nada va a importar porque, además de los argumentos públicos que esgrimen los seguidores a favor de Trump (los hay), está la actitud vergonzante de muchos votantes, demócratas incluidos, que no pueden admitir a una mujer como la presidenta de su país.
Votos vergonzantes, como muchos del No acá. Eso explica, por ejemplo, la pifiada general de las encuestas del plebiscito en Colombia; es como una especie de fantasma electoral, un voto emocional desde las tripas, un voto privado y clandestino.
La democracia se expande como partera de la estupidez humana. La paradoja es que no conocemos un mejor sistema.
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