La oposición

ANA MARÍA REUIZ PEREA

@anaruizpe

La mayoría del Congreso que toma posesión este 20 de julio pertenece a la coalición de gobierno. Se puede prever que el Presidente Duque y su equipo jurídico enfilarán baterías para reversar, ajustar y reducir el alcance de las reformas estructurales pactadas en el Acuerdo de paz con las Farc, y me imagino que tanto los nuevos ministros como la bancada uribista van a llegar al Capitolio con un cerro de proyectos de ley enfilados a reformar el Acuerdo pero también, en muchos casos, a reversar pequeños grandes avances en materia de garantías de derechos y búsqueda de equidad.

Sin embargo, por varias razones este Congreso no se parece a ninguno de los anteriores. Van a estrenar curules el candidato derrotado en las presidenciales y su fórmula vicepresidencial, su partido que antes no existía, y la Farc. Será un Congreso como hace 50 años no se veía, sin Roberto Gerlein. Y con Estatuto de la Oposición, como lo reclamaban la Constitución de 1991 y la evidencia de 200 años de relaciones violentas entre quienes ejercen el poder y los que se les oponen.

Por cuenta del estatuto de la oposición hay un reconocimiento explícito a la existencia del opuesto político y se establecen unas herramientas para garantizar la igualdad en el acceso a medios de comunicación o en la representación en espacios de debate y decisión, entre otras. Lo que parece una obviedad, la garantía del derecho a disentir, tocó volverlo Estatuto para que existan reglas de convivencia entre opuestos. De acuerdo con las evidencias violentas de las que está cundida la historia colombiana, el Estatuto de la oposición debería decir en su primer línea: No matarás ni mandarás a matar a quien piense diferente.

El asunto es que la oposición en el Congreso tiene hoy la responsabilidad monumental de ser un muro de contención para la arremetida de proyectos de ley que van a aterrizar desde Presidencia y la bancada uribista, buscando reversar el Acuerdo y su implementación, principalmente en lo que tiene que ver con la nueva ruralidad para el desarrollo del pais. Ese nuevo país con el que sueñan y por el que trabajan los líderes sociales a los que están matando.

Y mientras en las regiones el aire se pone turbio, denso, amenazante, a las puertas del Capitolio Petro y Robledo se enfrascan en la discusión sobre quién es el jefe de los que se proclamen opositores. Por todos los dioses, señores, no den el espectáculo de quinta de enredarse en inamovibles para repetir las intransigencias que ya partieron al Polo. El pais necesita que ustedes sean la fuerza de contención para las posibles arbitrariedades legislativas de una derecha con la misión de legislar con las agendas que priorizan la riqueza de las empresas sobre el bienestar de la población; habrán oído a Carrasquilla, el Ministro de Hacienda, que considera que el salario mínimo en Colombia es “ridículamente alto”. De ahí para abajo imaginen lo que querrán legislar todos. Minas. Agricultura.

Queda claro que la bancada de oposición va a tener mucho oficio de control político, y en eso confiamos millones de personas. Queremos verlos trabajar coordinados, inteligentes y sagaces, bloqueándole el paso a las políticas retrógradas. Permítanme el simil, este no es momento para que la oposición se ponga de Yerry Mina, cuando lo que necesitamos es una legión de porteros como David Ospina.

Pero además, desde muchos rincones del país se espera que la oposición pase de la denuncia a la acción política propositiva. Por estos días, en los territorios, por las veredas y en los barrios circulan los panfletos y abundan las llamadas que ponen plazos perentorios, insultan y amenazan a los lideres, que en resumidas cuentas son los que organizan a la población para ejercer el derecho a ser vigilancia, control ciudadano y oposición en el territorio. El tonito nos quedó claro en el audio escalofriante del tipo que amenaza a la profesora Deyanira Ballestas en San Pablo, Bolívar: aquí usted me obedece, y si no se larga o se muere. Así es como se cumple el objetivo de los victimarios: inyectar miedo.

¿Miedo a qué? a reclamar las tierras de las que fueron expulsados a punta masacres, a señalar a los corruptos, sus carruseles y negociados, a exigir que no envenen ni rompan los ríos con mercurio y dragas. Miedo a morir y miedo a llorar la muerte de los que se quiere. Miedo a traerle más violencia al territorio.

Esperamos que la oposición en el Congreso esté a la altura de los enormes retos que el país enfrenta, que sepa cómo vincular su labor política a la de los liderazgos regionales y defender lo acordado. No es mejor opositor quien más duro habla sino quien mejor articula las fuerzas en contra.