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DIEGO FERNANDO SANCHEZ VIVAS
El 2 de julio de 1961, desapareció para siempre del universo de los mortales el escritor estadounidense Ernest Hemingway, dejándonos para la posteridad su obra literaria cargada de una extensa creatividad y un perfecto manejo del lenguaje.
Repasar la obra literaria de Ernest Hemingway, es adentrarse en un espacio donde el realismo materializado en acciones de guerra, dolor y sufrimiento pero también de alegrías, conquistas, amor y heroísmo nos muestran sus rostros en una forma real y directa. Las descripciones del escritor nos trasladan mágicamente a los ámbitos y personajes evocados.
Al estilo real y detallista en extremo y las descripciones pormenorizadas que le imprimió a sus escritos, le dan a su extensa creación un valor literario de grandes dimensiones. La vida de este escritor transcurrió en una serie de altibajos emocionales y estados depresivos que lograba evadir transitoriamente con su afición desmesurada por la caza y las armas de fuego. El amor fue una constante en su existencia y lo retrató encarnado en los personajes ficticios con la realidad sublime de este poderoso sentimiento.
Recordemos en sus obras ‘Adiós a las armas’ y ‘Por quien doblan las campanas’, como en medio de condiciones tan adversas presentadas durante la segunda guerra mundial y el conflicto español, donde se vivió una pugna interna desgarradora, se destacaba la superación de sus personajes ante la adversidad y la disposición absoluta para disfrutar de la plenitud de la vida.
Cuba constituyó para el escritor Hemingway el remanso espiritual y el ámbito espacial de su creatividad, donde alejado de las veleidades de la vida cotidiana y en medio de paisajes indescriptibles concebía situaciones como la de un viejo pescador que en la última etapa de su existencia trata de arrastra un enorme pez en alta mar hasta la playa, ‘El viejo y el mar’, este texto es sin duda la suma de un exquisito estilo de su autor, que retrata el espíritu combativo de lucha y el afán por dominar la naturaleza, acudiendo a la proeza de vencer obstáculos que parecen imposibles de superar.
En 1954 Ernest Hemingway recibió el premio Nobel de Literatura y ya en ese entonces era un escritor consagrado, que pasaba su tiempo escribiendo y dedicado a la caza mayor en África. Cuba se convirtió en el santuario de su obra y en el sitio de remanso para su atormentado espíritu. Con el tiempo se tornó neurótico y en una de esas graves depresiones se quitó la vida con una de sus grandes pasiones, las armas de fuego.
Con este hecho se puso fin a una existencia cargada de una extensa creatividad literaria contrastada con una convulsionada y atormentada vida interior. Nos queda su narrativa que permanecerá intacta, incólume, impasible al paso de los años.
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