Anunciaron la paz, eso dijeron. Esos fueron los titulares y esa la campaña lanzada por las redes sociales. El documento firmado sin embargo notificó cosas muy distintas. La noticia de una nueva guerra contra los paramilitares no impresionó a los falsos profetas de la paz, que se conforman con el titular. El aviso de una alianza con unos criminales para combatir a otros no llamó tampoco la atención. Menos el hecho de que en el documento hay párrafos y párrafos que rechazan el accionar de los grupos paramilitares, pero que guardan complaciente silencio con los asesinatos y masacres de las guerrillas.
Celebraron en voz alta la entrega de las armas sin mencionar que el acuerdo debió imponer un número de armas por combatiente, haber fijado mínimos. Sin echar de menos la obligación de no volver a adquirir ningún arma, o las sanciones por el incumplimiento. Es un proceso de entrega de buena fe, donde lo que entreguen basta. No hay mecanismos de inspección, ni mucho menos consecuencias a las infracciones.
Las zonas de concentración, o normalización son 32 porque las Farc quieren presencia en todo el territorio. La decisión la tomó el gobierno fiel a sus practicas centralistas y despóticas. Ni siquiera le informó a los gobernadores o a los alcaldes; menos tuvo en cuenta las voluntad de los ciudadanos. Municipios que después de la seguridad democrática habían sido liberados del terror de las Farc, fueron entregados por el Gobierno a los victimarios sin consideración al suplicio que tuvieron que vivir las víctimas. Hubiésemos esperado que las ultimas sentencias de la Corte Constitucional que le dieron a las comunidades las facultades para decidir sobre la utilización de su suelo y subsuelo se hubieran respetado. Si se promueven consultas populares para decidir sobre la minería, con mayor razón debieron buscarse mecanismos para consultar la voluntad de tener terroristas en el territorio. Una buena aproximación son los resultados de la segunda vuelta presidencial, donde perdió Santos había ya manifestación de la renuencia ciudadana a someterse a las capitulaciones frente a las Farc.
Nadie ha hablado de la redacción difusa del combate a las organizaciones denominadas como sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo. Tengo la impresión de que todo este asunto se volvió a introducir en la justicia ordinaria (sobre la cual ahora las Farc también tendrán incidencia a través de la Fiscalía, unidades y comisiones especiales) eliminando la impunidad de la jurisdicción de paz. Se comprometieron a sancionar partidos que hayan estado implicados en la parapolítica ¿Se trata de una herramienta para controlar a Vargas Lleras? Sabiendo que ellos tildan al Centro Democrático y al Presidente Uribe de paramilitares ¿es esta la estrategia para doblegar la oposición política?
Colombia avanza hacia la claudicación. Terroristas al poder y oposición a la cárcel y la persecución. Con más fuerza en el corazón e iluminados por las convicciones debemos resistir pacifica y civilmente. Firmar por la paz que queremos, en rechazo a una lista de infamias y atropellos que con cada acuerdo crece. De la suma de la inmoralidad, de la injusticia, de los terroristas, de los corruptos, de los dictadores jamás surgirá la paz.
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