La noticia que puso a festejar a Guachené

Vecinos no ocultaron su alegría por el regreso de Alejandra. Cortesía @adriguti7 – El Nuevo Liberal.

En medio de una fiesta callejera en los alrededores de la vivienda de sus padres, fue recibida la noticia sobre la liberación de la niña Alejandra Cantoñí, quien quedó libre en la noche del jueves, gracias a la presión de la fuerza pública, la guardia indígena y la comunidad de Guachené, que habían salido a buscarla tras el secuestro en la mañana del mismo jueves.

“Tuve mucho miedo. Pensé que me iban a matar. Esos señores nunca me hablaron ni me dijeron por qué me tenían. Ahora estoy muy feliz de estar con mi mamá”, dijo la infante  de 11 años de edad, luego de ser recibida por sus padres en el hospital local de Guachené.

La madre de la pequeña, Sandra Cantoñí, dijo este viernes en diversos medios de comunicación que no podía creer que su hija estuviera con ella de nuevo. Mientras la abraza atendiendo a los periodistas, manifestó que tuvo miedo de que los secuestradores asesinaran a su hija.

Alejandra, hija del intendente jefe Víctor Cantoñí, comandante de la estación de Policía de Padilla, Cauca, se reencontró con sus padres en el hospital de Guachené, donde le realizaron exámenes médicos de control para verificar su estado de salud. Ella había sido liberada hacia las 7:30 p.m. del jueves anterior en una zona alta en jurisdicción del municipio de Toribío.

“Me dejaron en una esquina y me pidieron que caminara. Llegué a un restaurante y vi que yo estaba en televisión, dije esa soy yo”, narró la chiquilla en relación al momento en que la encontraron funcionarios de las alcaldías de Toribío y miembros de la Guardia Indígena que descansaban en una panadería en las afueras de Toribío.

Al enterarse de que Alejandra regresaba, los habitantes de este municipio nortecaucano se lanzaron a las calles. Lo habían hecho horas antes, con carteles y fotos que exigían su liberación. Pero, ahora, era para celebrar el retorno de la niña.

Guachené fue en la noche del jueves una fiesta. Decenas de personas rodearon el hospital local. Llevaron una chirimía y sacaron pañuelos blancos para bailar. El festejo duró hasta el amanecer.