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Rita Segato, antropóloga argentina, docente universitaria y activista femenina estuvo en Popayán hablando con estudiantes y mujeres víctimas del conflicto armado. Ella compartió su experiencia en temas como memoria y justicia de género.
Por: Olga Portilla Dorado
Algunas fechas conmemorativas, encuentros académicos y el compromiso feminista de la reconocida antropóloga argentina Rita Laura Segato, coincidieron para que llegara hasta esta ciudad. En el marco del día Internacional de la Mujer y teniendo en cuenta la creciente ola de feminicidios en Colombia y América Latina, y los actuales diálogos de paz del país; la Universidad del Cauca, quiso aprovechar la estadía de la doctora Segato, para que ofreciera una conferencia sobre la memoria de las víctimas y la justicia de género.
y la justicia de género. La experiencia de la antropóloga argentina y profesora de la Universidad de Brasilia es amplia, especialmente en temas de violencia contra la mujer y derechos humanos. Rita Segato ha sido perita internacional de casos de feminicidio en varios países centroamericanos y en ciudad Juárez, además, es reconocida como una de las principales exponentes del feminismo latinoamericano.
El Nuevo Liberal conversó con Rita Segato sobre las mujeres y su papel en los actuales diálogos de paz, así como el reto que tiene el estado y las Farc en temas de verdad, justicia y reparación para las principales víctimas del conflicto; además, sobre cómo ellas deben liderar, desde su propia voz, todas las demandas y necesidades que requieren suplir tras el término de la guerra.
Olga Portilla Dorado: Usted es antropóloga, pedagoga y activista femenina, ¿Qué interés surgió primero?
Rita Laura Segato: Soy feminista desde mi mamá. Ella era una feminista prepolítica, quien me educó para que pudiera gozar de un relacionamiento, pero que jamás yo perdiera mi autonomía de decisión. De una manera muy precisa me formó y me inculcó una especie de ‘desprecio profundo por los hombres, por la clase masculina’.
Luego me formé como antropóloga y el trabajo de campo de mi tesis de doctorado, me lleva a encontrarme con una sociedad de las religiones afrobrasileras, ahí me encontré con un mundo de mujeres, fui percibiendo la construcción de gé- nero, totalmente diferente a la mía, a la del blanco occidentalizado; ahí ser mujer es otra cosa, la sexualidad está construida de otra manera. Ese es el segundo gran momento, mi época feliz como antropóloga.
El tercer momento, viene lo que llamo en este último libro ‘La crítica de la colonialidad en 8 ensayos y una antropología por demanda’; viene la demanda, llego a Brasil como profesora de la Universidad, me piden una investigación sobre por qué Brasilia es una ciudad tan violenta y ahí empieza mi antropología por demanda, porque voy a la cárcel a escuchar a los que están convictos por violación y empiezo a pensar lo que me piden; al escuchar a los presos, empiezo a entender, a pensar la violación y a partir de ahí escribo otro libro que se llama ‘Las estructuras elementales de la violencia’.
OPD: Ya que menciona el trabajo de campo, ¿Usted ha hecho algún trabajo de campo en Colombia con las víctimas del conflicto?
RLS: No, pero a lo largo de muchos años, me ha correspondido conversar con investigadores o leer los informes. Por ejemplo tuve la buena suerte de ser la consultora Ad-hoc de Colciencias, para un proyecto con el que Colombia, hasta donde yo entiendo, es el primer país donde existió (hace 10 años) esa preocupación sobre el daño específico hecho a las mujeres en las guerras. Fue el primer país que hizo un proyecto para definir cómo debía ser reformulado el formulario forense para anotar lo sucedido en los cuerpos enterrados en las fosas comunes.
OPD: ¿Cuál es la importancia de hablar sobre violencia en contra de la mujer en la academia y en un país como Colombia?
RLS: El tema de la mujer constantemente se ha minimizado y empujado a un espacio residual, como un tema que solo es de interés de nosotras, algo como: ‘es un tema de violencia de la mujer, las mujeres que se encarguen’; inclusive los propios feminismos se han entregado mucho a pensar que el tema de las mujeres es solo nuestro. Pero las mujeres somos mayoría, somos las que mantenemos la olla en pie, somos las que aceptamos o no reproducir los linajes, la familia, los pueblos y la propia nación.
Estamos en el centro de la vida y nuestra demanda es absolutamente central, nada tiene de minoritaria o de particular, ni es un tema que solamente nos interesa a nosotras, la nación se reconstituye y se pacifica si las mujeres estamos bien.
OPD: Colombia vive actualmente un proceso de paz, unos diálogos con las Farc ¿Cuál cree usted que debe ser el papel de la mujer en ese proceso?
RLS: La mujer ahí tiene que decir todos los tipos de daños de los que ha sido víctima, pero también debe manifestar todos los tipos de reparación que necesita en su calidad de mujer. Quizás sea ese el papel del movimiento feminista, de las intelectuales y académicas: ofrecer un vocabulario para que las mujeres puedan describir exactamente lo que les ha pasado, lo que han perdido, cómo han sido perjudicadas. Ellas tienen que explicar qué les faltó y qué necesitan para rehabilitarse, para restaurar su vida y volver a una normalidad; sin eso, esos diálogos de paz van a fracasar.
OPD: ¿Cuál es el papel que ha jugado el estado, las comunidades, qué hemos hecho (todos) en la garantía de los derechos de la mujer, que hoy por hoy se ven tan vulnerados tanto en la casa como en la sociedad?
RLS: Nuestros estados han fracasado completamente. En el campo estatal, se ha pensado que los problemas se resuelven en el mundo de la letra, de las leyes, de las políticas públicas; el campo estatal se ha mostrado incapaz de entender cuál es el camino para resolver el problema de las mujeres.
Yo pienso hoy, que el camino tiene que ser anfibio, dentro y fuera del estado, las sociedades deben ir ellas mismas reconstruyendo vínculos, reconstruyendo formas de tecnologías de sociabilidad, formas de existencia, de relacionamiento, que protejan a la persona, porque el estado viene fracasando. El estado ha avanzado en las letras, pero no ha impactado en la vida
OPD: Su conferencia se denominó ‘La verdad de las mujeres víctimas en los procesos de paz’, ¿De qué verdad se habla?
RLS: Yo no soy una estudiosa del proceso de paz en Colombia, pero sí puedo hablar de que tiene que haber interactividad, la mujer tiene que estar hablando desde su perspectiva, cuál ha sido su daño. Las partes (Gobierno y Farc) que están negociando en La Habana, tienen que estar en un proceso de interactividad y de escucha de la voz de las mujeres. Por ejemplo: a una mujer que le fue asesinado su marido, le faltó la contraprestación de todos esos años en los que él se ausentó, eso es un daño material, porque le faltó esa contraprestación económica de un cónyuge que le fue retirado, o que le fue secuestrado. A la mujer que se le mata un hijo, tiene un daño psíquico que le impide llevar a cabo sus servicios a la sociedad, sus servicios de maternidad, sus servicios en el trabajo, de manera adecuada; entonces a ellas hay que atenderlas en todo lo que les fue retirado, todas las carencias que le fueron ocasionadas por un conflicto.
La mujer no es históricamente el soldado, no es el enemigo armado, no es la promotora de las guerras, no es el género interesado en la guerra; ella es la que recibe el daño de la guerra, no es el sujeto bélico; en la historia de la especie la mujer no es el sujeto bélico, ella ve pasar y recibe los daños de la guerra
OPD: Sobre estas violencias ¿Qué es lo más importante: la verdad, la justicia o la reparación de las víctimas?
RLS: No se pueden separar. Sin verdad no puede haber justicia y sin justicia no puede haber reparación, no son separables. Hay una cosa muy importante que nos enseñan los pueblos indígenas, las ideas y prácticas de justicia en los pueblos indígenas son mucho más interesantes que las ideas y prácticas de justicia de nuestros estados republicanos coloniales modernos. La justicia del mundo occidental modernizado tiene como objetivo final castigar al culpable, volverlos inocuos a la sociedad, separarlos de una forma severa o ejemplar. En los pueblos indígenas, la justicia es más entendida como salud, como recuperación del tejido social, como sanación de la sociedad; hacer justicia, resolver un conflicto es sanar a la comunidad, a la sociedad de una forma en que la gente pueda volver a vivir junta.
OPD: Una víctima del conflicto (una mujer, por ejemplo) debería ¿Perdonar u olvidar a su victimario?
RLS: Yo no podría responder eso, pero sí diría que la única forma de sanarse es que haya futuro, que se pueda soñar, imaginar proyectos de futuro; si la gente no puede imaginar formas de felicidad, si no hay formas de felicidad a su alcance, en las que ella pueda creer, no existirá sanación, no existirá un método para olvidar, ni castigar, ni reparar. Ningún método será efectivo si la sociedad entera no consigue imaginar futuros diferentes al pasado de dolor.
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