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JAIME ANDRÉS PATIÑO CHAPARRO
Con cada elección que pasa en Colombia quedan resentimientos, se fragmentan amistades y hasta se separan familias. Las diferencias políticas dentro de las distintas comunidades se han convertido en muchas ocasiones en rivalidades irreconciliables y en el Cauca no somos ajenos a eso.
Esto sucede porque no hemos aprendido a desarrollar la política con verdadero respeto y ética, el fin de muchos candidatos se intenta justificar con los medios que ellos proponen y sus seguidores adoptan, trasladan desinformación irresponsablemente al electorado, lo que se vuelve viral por redes sociales y que, a sabiendas de su resultado, cometen la fechoría y termina en polarización.
Lo triste de todo esto es que el ciudadano común es quien permite que estas prácticas existan, y aunque evidentemente no es su actor intelectual, consciente o inconscientemente, si es su actor material. Si nos tomamos la molestia de compartir noticias o rumores sin confrontarlas con la realidad, lo único que se logra es que se virilice una posible mentira y que repetida miles de veces se pueda creer que es una verdad.
Ahora bien, los “cerebros” de estas prácticas conocen muy bien el comportamiento de las personas a las que impactan y saben que medios pueden utilizar. Ellos actúan como santas palomas en los distintos círculos sociales, mientras tras bambalinas, envían engaños por sus páginas en Facebook, crean páginas web de supuestos noticieros para dar credibilidad, tergiversan los contenidos de emisoras de su propiedad y lo más grave, hasta crean pantomimas judiciales para hacer creer que todo lo que sale de sus vociferantes fauces es real, pero ante lo temeraria de su actuación, terminan abandonando sus propios procesos; estas personas realmente saben segregar al electorado, confunden y creen que reinan, lo malo es que alcanzan a pescar en rio revuelto y muchos incautos caen en sus redes.
Aun así, los caucanos debemos saber que somos personas políticas por naturaleza y la opción no es desconocer esa realidad ni alejarnos de ella, es aprender a seleccionar la información que asimilamos y lograr defendernos de quienes nos intentan manipular con mentiras. No podemos pecar por ingenuos y mucho menos creer todo lo que nos venden, debemos ser realmente críticos y cambiar de estación de radio de vez en cuando.
Además, lo sustancial no es tener diferencias, es trabajarlas con altura, es discutir y lograr consensos para decidir qué es lo mejor para todos, o si es el caso, ir en la búsqueda de lo que más les convenga a las mayorías sin caer en egoísmos. Es determinar cómo trabajar en medio de las discusiones de una forma sana, pero sobretodo, hablar con una sola arma: la verdad.
Tanto hacer política como ver la realidad es bastante difícil, pero si se hace con integridad y con honestidad se logran mejores y más sanos resultados. Lo invito a usted a confrontar los memes que lleguen a su teléfono, pero sobretodo, lo invito a usted a creer que los medios de comunicación también pueden manipular la información con intereses mezquinos, y sobre todo, lo invito a usted para que confrontemos la información y defendamos la verdad, que a fin de cuentas, es lo que nos va a unir para mejorar a nuestro país.
Al final creo que podemos trabajar sobre las discrepancias y creo que siempre es bueno recordar que los colores que más nos lucen a quienes trabajamos en política son los de nuestras banderas territoriales, en mi caso, los de mi amada Popayán.
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