EDUARDO NATES LOPEZ
El pasado 3 de enero, se llevó a cabo una movilización de protesta de los productores de leche colombianos frente a las absurdas cifras de importaciones de leche en polvo, haciendo uso de las prerrogativas tributarias que concede el TLC con los Estados Unidos. El sitio escogido para la manifestación encabezada por José Félix Lafaurie, presidente de FEDEGAN, fue la sede de la Sociedad Portuaria de Cartagena.
Es increíble que en horas de la mañana del 1° de enero, ya habían llegado al país 6.494 toneladas de leche en polvo procedentes de Estados Unidos, para ser reconvertidas por la industria procesadora de leche. ¡La angurria y la codicia de los procesadores (léase importadores) es tal que, en las cuatro primeras horas hábiles de 2022, ya se comieron el 45% del cupo de todo el año, permitido sin arancel! No fueron capaces de terminar la noche de Año Nuevo sin dar rienda suelta a la “lujuria comercial” de sus negocios.
Ya el año pasado había sucedido algo similar ante lo cual FEDEGAN interpuso un recurso jurídico, invocando la clausula de Salvaguarda del mencionado TLC pero, como era de esperarse, fue respondido adversamente, aduciendo que la afectación del sector lechero nacional era ninguna (o estaba mal demostrada…). Las falacias de los importadores llegan hasta a decir que en Colombia hay déficit de producción lechera, cuando la realidad es que a los pobres campesinos productores los dejan con las cantinas en las portadas de sus predios cuantas veces le da la gana. Son incontables las oportunidades en que el productor tiene que optar por convertir su leche en quesos y salir a rogar que se los compren, o simplemente botar la leche. Es obvio que, ante una leche en polvo importada, mucho mas barata que lo que tienen que pagarle al productor colombiano, se llenan de motivos y argumentos falsos, para defender su desenfreno agiotista.
Por supuesto, los defensores del ventajista negocio de la importación se valen de argumentos a todas luces acomodados y falsos y se rasgan las vestiduras en público. Ahora están diciendo que hay déficit de producción lechera en el país, pero hace pocos meses, descaradamente alegaban “estar enlechados” para ni recoger y menos pagar un precio justo al productor. Es más; Han llegado al extremo de invocar “perjuicios a la paz del país” con el reclamo ante las importaciones, como si lo verdaderamente anti pacífico no fuera el abuso que ellos cometen contra el campesino productor primario, prefiriendo apoyar la producción lechera americana frente a la colombiana, todo por su ánimo de lucro…
Pensándolo detenidamente, de nada sirve la existencia de una cláusula de salvaguarda, si con ella o sin ella, el enfoque de la negociación de estas importaciones es netamente mercantilista. ¿Dónde está la tan cacareada “solidaridad social” que dicen ejercer?
Difícilmente se encuentra un sector campesino más atribulado que el Caucano o el Nariñense, con una productividad tan ineficaz y de mera supervivencia. Por ejemplo, en el Cauca se producen, según cifras del DANE, 400.900 litros diarios y la industria procesa solamente alrededor de 80.000. La producción lechera de Nariño es aproximadamente el doble y la proporción procesada es del mismo orden o quizás solo un poco más, por la existencia de cooperativas lecheras especializadas. Pero muy lejos se está de la verdad, cuando el decir de los industriales es que hay déficit de producción y por eso “se ven precisados a importar…”
Y, a decir verdad, la intervención del gobierno en busca de favorecer el enfoque social frente al del lucro se ha quedado muy corta. Lamentablemente, la historia nos tiene condenados a los productores agropecuarios a ser la “cenicienta del sector productivo” cuando en otros países son los primeros beneficiados y protegidos. Quizás por eso cuando levantamos la mano tratando de evitar perjuicios reiterados, los del sector industrial de la leche y los insumos nos caen encima como lobos hambrientos defendiendo su presa importada, del grito de auxilio del campesino criollo.