En días pasados continuamos con un grupo de personas conversando sobre la visión de desarrollo a largo plazo que debería tener el Cauca independientemente de los gobernantes. Dicha reunión se desarrolló de manera amena con argumentos enriquecedores hasta que se empezaron, como es usual, a desconocer y menospreciar las visiones de los otros.
Asencio Plata Ladino insistió en la necesidad de hacer del Departamento un hato ganadero tecnificado y dijo que el Cauca no podía permitirse seguir cayendo en los discursos de ambientalistas de poca monta que lo único que les interesaba era criticar el establecimiento pero que en el fondo lo que les importaba era la contratación con el sector público y menos, de los grupos indigenistas expansionistas que sólo quieren más tierra para la contemplación mientras que los campesinos se empobrecen. Finalizó diciendo que como ejemplo había que mirar lo que está pasando en Cajibío.
Esta postura fue increpada fuertemente por la joven antropóloga y especialista en medio ambiente Margarita Rosa Arboleda Flórez, quién manifestó que el tema del medio ambiente era un asunto de responsabilidad con las generaciones venideras, que los de ahora no podemos ser tan egoístas de dejarle un planeta arrasado a los que vienen, le recordó que en múltiples estudios se ha concluido que del territorio caucano compuesto por 30.509 km2 , más de la mitad son bosques vírgenes y frágiles y el 90% de la otra mitad, no tiene el correcto uso por cuatro factores: 1) Sobreutilización por la baja productividad. 2) La concentración y distribución de la tierra. 3) El devastamiento de los recursos naturales causado por la pobreza del campesinado minifundista y 4) Por la concepción de uso según la identidad de quien posee la tierra, pues mientras que para los mestizos es un medio productivo, para las minorías afros e indígenas es un tema cultural, de autoridad y de territorio. Más aún, prosiguió: si a esto le sumamos la minería ilegal y los químicos agrícolas el resultado está allí, un departamento ambientalmente arrasado. Preguntó mirándolo: ¿Cómo se le ocurre a usted pretender esperar resultados diferentes haciendo las mismas cosas de siempre y enfocarnos en la ganadería? y finalizó diciendo: A mí no me venga con indirectazos, usted que es más ladino que su propio apellido pues actúa con astucia y disimulo para conseguir lo que se propone, sólo puede vivir de la contratación pública siendo el “carga maletas” de cuanto político hay y cambiando su discurso dependiendo del escenario en el que esté. Con seguridad usted que fue pastranista, uribista y luego santista apoya lo que hizo Trump de sacar a Estados Unidos del Pacto de París sobre cambio climático.
Después de varias intervenciones y de calmarse los ánimos me volvieron a preguntar mi visión de desarrollo basada en la energía y en la industria forestal.
Les contesté que con respecto a la tenencia de la tierra y el desasosiego en el que vivimos todos los caucanos, el Estado Colombiano debe legislar a fondo pues lo que veo es que el Cauca, incluso después de la dejación de las armas de las Farc, sigue siendo el departamento fusible de Colombia y sobre este particular no hay nada concreto en los acuerdos de paz.
Respecto al modelo a implementar, debemos recordar que el Cauca continúa estando en los primeros lugares con el mayor porcentaje de personas debajo de las líneas de pobreza y miseria; Y el peor escenario se presenta en el sector rural lo que ha conllevado a la emigración hacía las ciudades y al envejecimiento del campesinado caucano por lo que es menester de la dirigencia, facilitar con hechos, que el campo sea nuevamente atractivo para todos.
Debemos recordar que ambientalmente la industria forestal es de las más amigables con el ambiente pues si está enfocada al procesamiento de madera su efecto es positivo pues es más el CO2 que se captura que el que se libera y si es para la producción de energía su efecto es ambientalmente nulo ya que la cantidad de CO2 que se libera al quemarlo es capturado con las nuevas siembras.
Ahora bien, combinando lo forestal, lo energético y lo económico, es importante recordar que una hectárea produce 300 toneladas de madera húmeda ó 120 toneladas secas a los siete años. Que con una tonelada de madera seca se produce 1MW-h de energía, entonces para producir esa energía durante siete años se necesitan 61.320 toneladas de madera seca, es decir se deben sembrar 511 hectáreas cada 7 años o mejor 73 hectáreas / año.
De pagarse a $80.000 la tonelada húmeda para generación, le representaría al campesino la suma de $24 millones cada 7 años y si la madera no es para quemar sino para la industria del procesamiento, el ingreso por hectárea se puede incrementar hasta $50 millones por hectárea . De continuarse sucesivamente en ciclos de siete años representaría para el campesino un sobresueldo y su tranquilidad económica.
Finalicé diciendo que Gran Bretaña, Alemania y Holanda están sustituyendo las plantas nucleares por térmicas con programas para generar energía con madera. Creo que los convencí a todos menos a Asencio Plata Ladino.
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