Por Olga Portilla Dorado
Para los cocaleros de Lerma, corregimiento de Bolívar, al sur del Cauca, la coca representa la conexión del hombre con su espíritu. Para ellos, al igual que para el resto de indígenas y campesinos que se dedican al cultivo de esta planta ancestral, la estigmatización de la hoja de coca, de la comercialización misma de productos hechos a base de ésta y la regulación de su consumo, es un tema que por años han tenido que lidiar.
En el Cauca hay registro de 8.660 hectáreas de coca sembradas (9% del total del país), siendo el cuarto departamento con más hectáreas plantadas, según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Unodc.
Si bien para nadie es un secreto que gran porcentaje de estos cultivos tienen destino a los laboratorios y al uso ilícito del narcotráfico; desde hace más de 20 años, en este departamento también surgieron iniciativas de una economía alternativa para el uso legal de la hoja de coca
39% Fue el incremento de las hectáreas de cultivos ilícitos en Colombia, de 48 mil hectáreas en 2014 se pasó a 96 mil en el año anterior.
‘Cauca Nasa’ es una empresa que nace hace aproximadamente 20 años en el resguardo indígena de Calderas, territorio Nasa del Cauca. Allí Fabiola Piñacué, creadora de esta idea, comenta que desde que tiene uso de razón, la hoja de coca ha estado presente en su vida.
“Coca Nasa es la primera empresa creada para la socialización de los alimentos de hoja de coca, por la dignificación de esta planta como cultura, como tradición, como historia. Hace ya casi 20 años que surge esta iniciativa con la urgencia de generar una alternativa distinta a las fumigaciones y a la erradicación cultural de la hoja de coca, porque cuando erradican y fumigan están generando todo tipo de estrategias que van en contra de la cultura”, explica Piñacué.
Además de esa “urgencia” nace la idea de crear esta empresa, dedicada a transformar la hoja de coca en productos alimenticios, aromáticas, galletas, harina de coca, entre otros; también surge como una economía alternativa para Fabiola, cuando decidió salir a la ciudad a estudiar.
“Soy consumidora ancestral de la hoja de coca, me considero una heredera de esta planta. Desde el resguardo indígena de Calderas, nace esto como una iniciativa de estudiante para empezar a generar una alternativa de subsistencia en la ciudad, una fuente de ingresos. Empecé comercializando el té, y hoy en día ya elaboramos tópicos para el cuerpo, ungüentos para los dolores, en fin, todo lo que tenga que ver con lo humanamente consumible. Es que la hoja de coca es un alimento y es medicina, ancestralmente se ha conocido así”, puntualiza Fabiola.
Y aunque los mismos cultivadores de coca reconocen que el narcotráfico es el principal “consumidor” de la hoja de coca, y que los industrializadores de esta planta, saben que “competir” con ellos es un trabajo en el que van perdiendo; en países como Perú, se le están quitando muchas toneladas de hoja de coca al negocio ilícito de la producción de alucinógenos como la cocaína.
Sin embargo, y de acuerdo al informe sobre monitoreo de siembras ilícitas, revelado hace un mes por la ONU, Colombia se ratifica como el primer productor de cocaína del mundo y el país con más cultivos de coca. Entre el 2014 y 2015, los cultivos ilícitos en el país, pasaron de 48 mil hectáreas a 96 mil, lo que significa un alza del 39%. Además, el informe señala que Colombia, junto a Perú y Bolivia, suman cerca de 60.000 hectáreas de coca, siendo los países que más producen en la región.
Para Fabiola Piñacué, es claro que no toda la coca que hay en el territorio Nasa es usada para el consumo familiar y para la fabricación de alimentos a base de hoja de coca; asegura que es utilizada para otros fines, ya que el tema económico en el país y especialmente en el campesinado es “marginal”, por lo que las personas buscan ingresos de diferentes partes, “por eso los campesinos, nuestros suministradores de hoja de coca pueden estar surtiendo la hoja de coca para otros usos”.
El tema es complejo y el debate está abierto, y más cuando la legislación aún tiene vacíos en cuanto a regulación del comercio, consumo y exportación. “Se pueden comercializar productos transformados de hoja de coca, pero por ejemplo en este momento tenemos inconvenientes para hacer registros ante el Invima, entonces nuestros productos de cierta manera tienen un mercado muy pequeño, muy restringido, por eso estamos trabajando para que a nivel nacional se nos avale la comercialización”, explica Dora Troyano, ecóloga e instructora del Sena.
Dora lidera un proyecto en el corregimiento de Lerma, en el municipio de Bolívar, allá más de 40 familias están siendo directamente beneficiadas de la transformación de la hoja de coca en harina, gracias a un proceso de industrialización. En Balboa y Argelia, son aproximadamente 80 familias y en El Tambo son alrededor de 17, quienes están transformando la hoja de coca para comercializarla a través de alimentos o productos para la salud.
De igual forma, para esta ecóloga, quien lleva un largo proceso pedagógico y comercial con la hoja de coca, hacer educación en las zonas donde tradicionalmente se ha sembrado coca es muy valioso; “porque gracias a eso, la gente recuerda quién es, entonces empezamos a decir ‘sí en mi casa hay coca, mi papá la usa para esto o para lo otro’. Por eso a donde llegamos, la gente nos ha acogido muy bien, quieren aprender, quieren hacer procesos de reivindicación de derechos alrededor de la hoja de coca”.
Fue así como al terminar esta semana, estos y otros saberes sobre la hoja de coca se debatieron en el VII Foro Internacional de la hoja de coca, que por primera vez llegó a Colombia, y Popayán tuvo la oportunidad de ser el anfitrión. Mariel Cabezas, directora de la ONG Comunidad Tawantisuyu, -organizadores del evento-, concluye en que el objetivo de este foro es mostrarle a las personas todos los productos que se pueden hacer con esta planta, tanto para el consumo, como para la salud y la belleza, porque “la hoja de coca es verde no blanca”, sino que siempre ha sido estigmatizada.
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