La Hecatombe: Brasil sumido entre la esperanza y la dictadura

CLARA INÉS CHAVES R.

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Ex diplomática

Recientemente escuchamos y leímos las noticias sobre el triunfo de Jair Bolsonaro como nuevo presidente del Brasil.

El triunfo de Bolsonaro, ha causado temores para un sector importante de la población brasileña, así como para la región; ante sus comentarios autoritarios, homofóbicos y nostálgicos por las dictaduras que se vivieron en Brasil.

Lamentablemente la democracia en la región y en toda la América Latina es frágil. En los últimos tiempos se bambolea entre partidos populistas de izquierda y los de derecha, que no logran responder a las necesidades de fondo de la población, y tampoco los gobiernos de turno fortalece las instituciones democráticas y la gobernabilidad, pues sigue existiendo una gran injusticia social y ausencia del estado, aumentando así la indigencia y las desigualdades en sus países.

El voto de los evangélicos fue decisivo para el triunfo del nuevo presidente del Brasil, quien es católico y en sus discursos utiliza frases como “Dios me llamó a esta carrera”, dando la impresión de ser el mesías que salvará al Brasil de la hecatombe en que se encuentra.

Lo preocupante además de su posición displicente y discriminatoria frente a las mujeres y a las minorías, es su deseo de deforestar la Amazonia.

Recordemos que el Brasil posee el 60 por ciento de Amazonia, es decir un buen porcentaje del pulmón del mundo, el cual es esencial para la sobrevivencia de todos los seres vivientes en el planeta.

Bolsonaro prometió eliminar el Ministerio del Medio Ambiente de su país, el cual ya es un retroceso, pues  olvida que este tema es fundamental, y de actualidad en la agenda internacional ante el peligro que tenemos con el recalentamiento, el cambio climático, la extinción de varias especies de fauna, flora y otras especies de animales.

Como si fuera poco, ha prometido acabar con todas las reservas indígenas, atentando así con los derechos adquiridos e históricos de estas poblaciones ancestrales.

La falta de una educación política, las crecientes necesidades de las poblaciones más vulnerables y la falta de presencia del estado, hace que ciudadanos como los del Brasil, no puedan decidir en ecuanimidad, sino que respondan con el deseo de un cambio, con el aburrimiento que le generan las clases políticas tradicionales, la falta de verdaderos líderes, poniendo en peligro en una elección presidencial, a la democracia.

Debemos fortalecer la democracia, luchar contra la corrupción y construir una cultura de la legalidad que les permita a nuestros países fortalecerse, reconstruir valores, justicia social, y cohesión social; de tal manera que ahuyentemos de nuestro continente toda clase de populismo, los cuales representan el entierro de la democracia, y conllevan a una división de clases, así como a resentimientos entre los mismos conciudadanos, los cuales destruyen toda sociedad, y todo país.