¡La fiesta de los toros¡

ALVARO GRIJALBA GÓMEZ

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La Fiesta de los Toros, la fiesta brava, el arte de la tauromaquia, el de Cúchares, de Belmonte, Manolete, Dominguín, El Cordobés, Camino, Rincón, El Cali, el Juli entre tantas otras figuras del toreo, de genios de la plástica y la literatura universal como: Goya, Picasso, Dali, Botero, García Lorca o Ernest Heminway, para citar algunos, es una profesión ejercida por artistas que se llaman toreros, que desde siempre ha tenido detractores y enemigos, que de una u otra manera han querido acabarla, difamarla y menoscabarla.

Lo cierto es que toda la Tauromaquia, se construye sobre la realidad y existencia única del toro de lidia, ese hermosísimo animal que simboliza fiereza, fuerza arrolladora, que es la base de todo y sin el cual esta no existiría, pues es el fundamento zoológico de este fascinante y misterioso mundo lleno de rituales y de mitos que es la fiesta brava.

La Fiesta taurina, es un arte, que desde luego suscita controversias entre los apasionados seguidores y los furibundos antitaurinos que recitan el manido libreto de las asociaciones defensoras de animales, que se fijan más en estos que en el hombre, posando de pacifistas o ecologistas, pero sin embargo a diario los devoran en los platos de comida de sus casas o los restaurantes.

Los que hoy, enarbolan las banderas de la detracción, lo hacen por el desconocimiento de ésta y por su estrechez conceptual y visionaria ante lo que representa como parte fundamental del patrimonio cultural y las economías de muchos de los pueblos de habla hispana en los que se practica el toreo, como una expresión cultural y recreativa para un gran número de amantes de esta destreza que apasiona a muchos, afición que abarca todos los estratos sociales sin distingos y llena las plazas de toros.

No voy a polemizar sobre las preferencias o aficiones personales de nadie, por la sencilla razón, que cuando alguien considera que un espectáculo, llámese fútbol, toreo, ballet, ópera, boxeo, carreras de caballos, riñas de gallos etc, es decadente, cruel, clasista, aburridor, bárbaro, arribista o excluyente, y no es de su agrado, no le gusta o le mortifica, pues muy sencillo, debe ignorarlo, no asistir a él, pero eso sí, se debe respetar a quienes tienen preferencia por ellos y a quienes lo ejercen como su profesión, especialmente cuando se desconoce su contexto, su argumento o su contenido.

Estas actividades suponen como el toreo, riesgos para el hombre que los asume, como profesión, respetable como cualquiera, al enfrentarse a un toro o a otro hombre. Las corridas son un espectáculo que atrae a cientos de miles de personas, generando una actividad económica importante, creando muchos puestos de trabajo -derecho al trabajo-, el que se viola cuando se cierran las plazas de toros para las corridas, dejando sin este a miles de personas.

Son muchos los que se oponen a la muerte de los toros en las plazas, pero olvidan, lo que son esos “mataderos”, donde se sacrifican apuntillados sórdidamente por un matarife, sin posibilidades de luchar, solo para satisfacer el apetito humano.

En la plaza se fusiona su fiereza con la inteligencia y la habilidad del hombre y allí se crea un arte, que es la sublimación de la fiesta brava, que es el mismo arte de lidiar los toros, que son criados para ese exclusivo fin desde épocas inmemoriales, constituyendo fuente de inspiración para múltiples expresiones, pictóricas, literarias, musicales, culturales y artísticas.

Imposible que eso lo entienda el personaje que infortunadamente rige los destinos de la capital de Colombia, convertido en un rocinante sin jinete, desbocado contra la historia amurallada de la hermosa plaza de toros de Santamaría, que atropellando la constitucionalidad, los derechos ciudadanos y precisos fallos de las altas cortes, persiste en mantener cerrada la primera plaza de toros del país, ícono de la fiesta brava colombiana, para la afición taurina, afectando sin miramientos a miles de familias que subsisten de las corridas de toros, a los toreros y a los novilleros que hoy frente a sus puertas, luchan por sus derechos en una dignificante huelga de hambre.

Por encima de sus detractores, la Fiesta Brava, seguirá adelante!