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EDUARDO NATES LÓPEZ
Continúa la Secretaría de Tránsito Municipal haciendo ensayos sobre la manera de mejorar la movilidad en la ciudad. Por ejemplo, en la glorieta de entrada a La Aldea situada a unos doscientos metros al sur del puente elevado del norte, en el cruce de la Autopista Panamericana con la variante suroccidental, además del estrechamiento obligado que se le aplicó a la vía de acceso a la ciudad, ahora se instaló un reductor de velocidad. Y de este punto en adelante, a lo largo de la carrera 9ª (y en otras vías también) se han dedicado a incrustar en la capa de rodamiento centenares de taches, con la intención de reducir la velocidad de los vehículos que transitan por esta vía arteria. Amén de los bolardos que encauzan los vehículos que van a continuar sin cruce, tanto en la glorieta del Sena, (sentido norte-sur) como en la glorieta de Bellavista (sentido sur-norte).
A decir verdad, se trata de aceptables ensayos, con resultados cuestionables pues en vez de acelerar el tránsito lo retrasan, contrario a lo que se necesita. Pero al menos reflejan la inquietud de la administración alrededor de la caótica movilidad ciudadana. No se quiere, entonces, criticar por ejercicio. Se trata de generar discusiones propositivas que resulten aportantes a la urgente solución de esta situación, que ya llega a niveles desesperantes. Lo que sí resulta necesario decir es que, en principio, todos los experimentos que se realicen en una vía totalmente colapsada como la carrera 9ª resultarán casi inútiles. En la práctica es como realizarle un “cateterismo” a un cadáver. Es incuestionable que la Autopista Panamericana llegó a su máximo nivel de tráfico y esto desembocó en la conversión de la variante suroccidental (Carretera Panamericana) en una calle más de la ciudad, la cual ya también está congestionada y peor aún, sin enlaces transversales entre estas dos arterias.
Lo verdaderamente preocupante es la incapacidad de las administraciones municipales (esta y las anteriores) para solucionar estos problemas. Es increíble que no haya sido posible construir nuevas vías urbanas, longitudinales y transversales, con sus puentes y enlaces, una necesidad tan sentida, tan vieja, tan estudiada, frente a una solución tan demorada. Destacable ejemplo es el caso de la calle 53 Norte, sobre el cual este diario en su edición de ayer presentó un excelente artículo periodístico. Se entiende que pueden haber surgido problemas de diversa índole (ninguna obra está exento de ellos) pero lo que no entendemos es que haya transcurrido tanto tiempo sin que encuentren una solución diferente al abandono. Esta obra comenzó con bombos y platillos hace dos años. Se dividió en dos tramos, con dos contratos y con dos suertes diferentes. La primera parte quedó bien hecha; la segunda quedó absoluta y vergonzosamente paralizada: “…Es que la Gobernación…”, “…Es que el Municipio…” “Es que Invías… “…Es que el Contratista…”, “…Es que la Interventoría…” “…Es que el invierno…”, “…Es que el verano…” Hay muchos “…Es que…” y el reloj no para; el perjuicio de los vecinos tampoco; y las molestias de la ciudadanía, menos. ¿Quién responde? Nadie. La única respuesta válida, a estas alturas, después de tanta y tan amarga espera, es la obra terminada. Mientras tanto los usuarios potenciales de esa vía deben seguir congestionando la panamericana, amén del “vueltómetro” que les toca dar a los vecinos de esos barrios y de los colegios que allí funcionan que, viniendo del sur, deben avanzar hasta la acogotada glorieta de Bellavista, para devolverse casi hasta el acueducto… Es un absurdo.
Los columnistas somos criticados por criticar; ese es un gaje del oficio; Las personas sobre quienes recae la crítica, de todas maneras la van a considerar injusta, pero ese es un gaje del oficio; los funcionarios públicos, más aún, los elegidos por voto popular, y sus equipos, infaliblemente, serán objeto de críticas y ese es un gaje de su oficio; pero nunca podrán olvidar, ni un minuto, que su deber, más que explicar “por qué no se pudo”, es exprimirse la imaginación para crear soluciones a los problemas rutinarios que acosan a la comunidad a la cual acudieron en busca de que los eligieran para eso. Seguiremos esperando…
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