Los ejercicios de “Los Planes de Desarrollo” y que para Popayan, además, incluye la actualización del “Plan de Ordenamiento Territorial”, se presentan como los más inquietantes ejercicios de gestión de los espacios locales, con algunos visos de participación, que si bien tienen amplia convocatoria, también pueden despertar artificiales expectativas y riesgos.
Se presenció el ejercicio de la zona centro, adelantado en la Casa de la Moneda, en el cual, se mencionó la sostenibilidad como complemento de los programas que conformaran el plan, de manera somera, visión que motiva hacer los siguientes comentarios:
Partamos de la idea tomada por Leonardo Boff, de que la Ecología es el estudio de la inter-retro-relación de todos los sistemas vivos y no vivos entre sí y con su medio ambiente, según lo expuesto por el primer formulador Ernest Haeckel, (1818) que es lo que forma el ambiente entero y que se introduce en el discurso biológico, por Jakob von Uexkull (1.944), dando una visión holística de la naturaleza.
En este orden de ideas se acuño la denominación de ecología doméstica, que aparentemente restringe su competencia pero que para los planes de desarrollo y sobre todo para los de ordenamiento territorial, se constituye en instrumento imprescindible, toda vez que parte de la interrelación del hombre con su hábitat, con su lugar y con el planeta.
Como la ecología, supero sus iniciales tareas, para convertirse en la ciencia llamada a rescatar la Tierra; a partir de sus principios, se debe analizar los modelos de desarrollo, con los cuales, se pretende hacer civilización y progreso, ya que en muchos casos, se sacrificó al hombre y a la conservación de la naturaleza a cambio del “desarrollo”, pero los resultados fueron un desastre.
Es claro para el Cauca y Popayan, que el modelo de extracción continua de recursos naturales, desde la conquista hasta hoy, no ha dado efectos positivos, de la minería no ha quedado nada; -más que un poco de historia,- el agua, tampoco ha tenido una vinculación apropiada con la calidad de vida de los Caucanos, ¿cuantos disfrutan de su uso en buenas condiciones?
En la producción agropecuaria, la dificultad del acceso al agua, no permite la innovación en los procesos productivos , su cantidad y calidad, como sucede en el Valle del Patía, para solo citar un caso, aleja la posibilidad de desarrollar centros de alta productividad y competitividad.
En productos como el café, la panela, la papa, las hortalizas y las verduras, ha quedado determinado, que su posicionamiento en los mercados internacionales y locales, solo será viable, si sus cultivos y procesos van acompañados de satisfacción de las conformidades exigidas por las normas de estandarización de calidades y de protección ambientales y sociales.
Todo lleva a pensar, en que lograr el progreso siguiendo el modelo pretendido en el País, es cada día más distante, hay un cierto auge de los sectores terciarios, pero será difícil su sostenimiento sin el apalancamiento del sector agropecuario, sobre todo cuando no estén los dineros de la coca.
Los planes deben tener un diseño a partir de la ecología, para establecer que es el hombre el centro de los objetivos, en conjunto con la naturaleza, solo a partir de allí se puede construir justicia social, equidad, seguridad, armonía como formadora de consensos de paz. Hoy la violencia, el temor de la pandemia y la amenaza del cambio climático, dan razón de las debilidades del sistema.
Si se acepta que hay disponibilidad mental de los Caucanos, para adelantar procesos sostenibles, y que es claro su estrategia de producción está ligada a acciones ecológicas, no amerita insistir en lo que se ha venido repitiendo hace muchos años, nuestro futuro no está en las industrias con chimeneas, está en la producción de alimentos con diferencias para el mundo, razón de los cafés especiales.
El modelo establecido en el País, como reflejo de la globalización, entre comillas, no tiene contenidos sociales, ni ambientales, no existe agroecología, entonces es el momento de hacer de estos propósitos, espacios de reflexión que den paso a la formación de otros paradigmas, otros proyectos de vida, en donde lo buscado no sean elementos del consumismo, sino la armonía de una sana relación de producción y de vida, en donde estén presentes las generaciones del futuro. Un Cauca diferente es posible, pero hay que hacerlo.
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