La distorsión política de la Minga

MIGUEL CERÓN HURTADO

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Los fenómenos políticos de los países subdesarrollados, generalmente están determinados por los acontecimientos de las potencias mundiales, ya sea mediante influencia refleja o porque directamente intervienen a través de financiamiento o con métodos como los que hoy se inscriben en la cyberwar, donde intervienen los hackers ya sea para infiltrar escrutinios o para utilizar las redes sociales en la manipulación de conciencias y conductas electorales.

Es evidente que las élites de poder colombianas, si no se hacen protestas con manifestaciones de hecho, no atienden las necesidades y problemas de las clases populares. También es razonable el uso de la movilización de masas para confrontar las políticas neoliberales que este gobierno, inspirado en el pensamiento neonazi, está llevando al extremo e imponiéndolas a la brava, exacerbando los ánimos y despertando el ímpetu de protesta ciudadana. Más aún, cuando el gobierno nacional desconoce que estamos en la Democracia Participativa y que en este régimen, prevalece la gobernanza basada en el diálogo y concertación, por encima los procedimientos coactivos. Pero no es procedente que dichas expresiones de movilización se alejen de los verdaderos requerimientos de un movimiento político, cuyo enemigo no es la propia sociedad colombiana, sino el modelo de la globalización financiera que está deteriorando las condiciones de vida, no solo de los colombianos, sino de casi todos los países del mundo, incluidos los europeos.

Se está desperdiciando la oportunidad de ser la vanguardia política de una propuesta anti-neoliberal, que aglutine y cohesiones a todas las clases populares y a los empresarios nacionalistas, que también son golpeados por el modelo, por dedicarse a las peticiones de intereses egocéntricos y economicistas, donde se pide solo para ellos, en gran medida desconociendo la dialéctica de la historia. Es como si el Papa reclamara los territorios italianos que antaño fueron de los Estados Pontificios. Ni la dialéctica marxista ni la hegeliana echan reversa. Una postura política que en lugar de unir y cohesionar a toda la sociedad en torno a un proyecto con bases socialdemócratas similares a las que contiene en el papel, sólo en el papel, la plataforma ideológica y los documentos programáticos del Partido Liberal, totalmente opuestos a las posturas neoliberales del Capitalismo Rentista, lo que hace es resquebrajar más la unidad social, inclusive en zonas diferentes a Popayán, que es donde la comunidad está más afectada y que carece de liderazgo social y político. La dirección correcta unifica en lugar de dividir.

Lo que Colombia necesita es un proyecto político de gran escala liderado por las comunidades étnicas, al estilo de Bolivia, que confronte el modelo neoliberal global patrocinado por los Fondos de Inversión con la complicidad de los neoliberales criollos, y que siembre las condiciones para modificar la conducta electoral de las bases, de modo que se pueda sustituir, el día de las elecciones, a quienes hoy son los autores de las leyes que imponen los procesos institucionales y los métodos de gestión pública orientados sólo a la disminución del gasto público, el freno a la inflación y al pago cumplido del servicio de la deuda, dejando abandonada la solución de los problemas y necesidades sociales. Pero los líderes de la protesta se obstinan en pedir solo para sus comunidades, sin considerar la realidad política del mundo y sus efectos en el sistema político nacional, con lo cual lo que hacen es empotrar con más fuerza el dominio neoliberal en lo que constituye la distorsión política de la Minga.