Lewis Mumford, sin duda el más clásico y prestigioso de los estudiosos del fenómeno urbano, caracteriza a la ciudad como la forma y el símbolo de una relación social integrada. Tras la aparente parquedad de esta pretendida definición, se encuentran implicaciones muy profundas y significativas articuladas a elementos esenciales que se expresan en el mundo urbano.
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Forma y símbolo de una relación social integrada, remite a una noción que considera a la ciudad como a una realidad y a un proceso unificante, que por medio de símbolos y significados que son comunes y compartidos permiten a las gentes que habitan la ciudad elementos solidarios de identidad y de identificación. Se trata casi de una fuerza de orden imaginario y espiritual que permite, a los miembros de una comunidad dada, participar y asimilar y también internalizar elementos que refuerzan configuran un mismo imaginario colectivo, que a su vez facilita a todos ellos sentirse próximos y ligados por poderosos vínculos afectivos con los cuales alimentan su sentido de pertenencia. La ciudad considerada como un todo, en la mayoría de los casos, irradia una sensación de compromiso al cual de muchas maneras se ligan tanto los destino personales como el destino colectivo de sus habitantes.
Piense simplemente el amable lector, cualquiera que sea su condición socio-cultural, lo que entraña y significa como elemental proceso de comunicación y cercanía con sus semejantes, la expresión: “SOY DE POPAYAN”. En la simplicidad lacónica de esa forma expresiva, cualquiera encuentra una pluralidad de elementos comunes que identifica como compartidos. Así se trate de referencias arquitectónicas, de sensaciones y vivencias por pertenecer a un mismo paisaje o a unos mismos y estremecedores crepúsculos. La expresión necesariamente suscita y provoca una singular emoción existencial, proyecta algo un tanto indefinible que los vincula con el sentimiento de participar y pertenecer a una igual y compartida tradición y a una singular y diferenciada historia. Todo el conjunto de esos múltiples elementos, conforman, refuerzan y fundamentan la noción y la hipótesis de que efectivamente la ciudad, y en este caso la ciudad de Popayán, se configura como una entidad ajustada a esa definición de ser una realidad que formal y simbólicamente se expresa como una relación social integrada.
En sentido estricto y, en especial a nivel de la percepción emocional y afectiva, ese ser de Popayán, genera y expresa un poderoso vínculo de identidad que va mucho más allá de otro tipo de elementos que también se dan en las relaciones sociales. Por ejemplo el de ser rico o del ser pobre, el haber nacido en uno u otro barrio, el pertenecer a una u a otra familia. Son innumerables los elementos de diferenciación social entre los seres humanos, pero ese “Ser de Popayán” genera y alimenta un sentimiento de pertenencia unificante que está por encima de las otras diferencias formales y sociales que conforman el tejido de la vida social. Esa pertenencia en lo esencial hace referencia a esa realidad inasible y espiritualizada que Spengler denominó el alma de la ciudad. De ahí brota ese poder simbólico unificante que alimenta el sentimiento de pertenencia y de muchos lazos afectivos y operantes en la relación de los seres humanos con la ciudad donde viven y nacieron. Sin duda se trata de una especie de “relación Edípica”, emocional, irracional y poderosa que provee vínculos de naturaleza casi indestructible. La ciudad es madre, el que nace en ella es hijo de esa madre colectiva. Para resaltar la importancia del fenómeno solo basta examinar el tipo de lenguaje con el cual es usual definir ese orden de relaciones.
Buena parte del desasosiego colectivo que hoy padece el “Popayán tradicional” se liga de manera íntima al fenómeno de fragmentación que de manera inexorable viene caracterizando a la ciudad en los últimos años. Se ha roto en muchos niveles la forma y el símbolo de esa relación social unificada y la ciudad y sus habitantes han entrado en un nuevo ciclo de relaciones sociales y culturales que no han sido ni bien comprendidas y mucho menos bien asimiladas.
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