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CLARA INÉS CHAVES
ex diplomática
Por los distintos medios de comunicación hemos visto la injusticia a la que está sometida la población venezolana a causa de su dictador.
Si bien es cierto que es una situación lamentable, triste y que amerita todo nuestro apoyo, también es innegable que la solidaridad comienza por casa.
Recientemente en una noticia del diario El Tiempo, Margarita Rosa de Francisco llamó a la solidaridad de los artistas colombianos para que también organicen conciertos a favor de nuestra población abandonada por el estado en las zonas de frontera en particular.
Tal es el caso de los connacionales que habitan en los departamentos del Choco, la Guajira, entre otros departamentos fronterizos, en donde la población infantil especialmente se muere de hambre, de sed, de desnutrición, y de enfermedades endémicas.
La biblia y la sabiduría popular sostienen que la caridad comienza por casa, y en eso estoy de acuerdo, y apoyo la idea de la niña Mencha.
Es increíble que en pleno siglo XXI existan colombianos que no poseen servicios públicos ni condiciones de vida digna, y como si fuera poco, sufran el abandono del estado, y estén por ende en manos de los distintos grupos criminales que se pelean por el control de una parte del territorio colombiano, cuando es al estado al que le corresponde cumplir con su función social, y ejercer soberanía en cada rincón de la geografía del país.
Al parecer a algunos políticos se les olvida que la inequidad social genera guerra, miseria, y debilita la institucionalidad democrática.
No hay derecho a que se aproveche la condición de miseria de estos colombianos para hacer proselitismo en época de elecciones, y hablar de paz y justicia social, cuando la clase política con algunas honrosas excepciones, tiene una alta deuda y responsabilidad sobre la situación de inequidad y abandono en la que vive una gran mayoría de nuestros connacionales, y especialmente de nuestras minorías.
Es positivo que los países se movilicen a favor de la situación humanitaria venezolana, ayuden a estos hermanos, y busquen soluciones para que la democracia retorne a este país.
Aplaudo el liderazgo de Colombia en ayudar a encontrar estas soluciones en el vecino país, y un mejor vivir a los venezolanos que llegan al nuestro.
Pero lo anterior no significa que se nos debe de olvidar que la caridad y la solidaridad comienzan con nosotros mismos, y que existe una alta deuda social con estas regiones que además han sufrido el conflicto armado, y cuyas víctimas son re-victimizadas por el propio estado que las tiene en abandono, y por los grupos armados que las viven hostigando todo el tiempo.
Nuestras minorías y nuestros compatriotas que viven en condiciones infrahumanas deben ser la prioridad para el estado y el gobierno. Ellos no son ciudadanos de segunda categoría.
No podemos permitir que colombianos en estas regiones del país, se sigan muriendo por no contar con las condiciones dignas que un estado social de derecho y democrático como el nuestro, debe garantizar, ya que tiene la obligación de proporcionar a cada uno de los 45 millones de compatriotas, las condiciones mínimas de una vida digna, y de servicios como la salud, los servicios públicos, la vivienda, el empleo, y la educación, entre otros más. ¡Es hora de priorizar y comenzar ayudar a los nuestros!
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