El uribismo ganó la batalla reina, le falta la batalla final. Consiguió bloquear el acuerdo al que habían llegado el gobierno y la guerrilla de las Farc para dar por terminado el conflicto, pero aún le falta hacer romper el proceso, por eso dentro de pocos días enfilará baterías para forzar el rompimiento del cese del fuego.
A los que estamos del otro lado nos quedan entonces dos tareas: mantener parada la máquina de la guerra y lograr desbloquear el acuerdo. En lenguaje futbolístico, nos ganaron el partido de ida, por uno cero y en el último minuto como lo hizo Colombia con Paraguay, pero nos ganaron. Todavía hay un partido de vuelta y ahí es posible voltear el marcador.
El Centro Democrático se ha concentrado, después de su victoria, en trasladar la responsabilidad de las consecuencias del NO al Presidente Santos, por eso Uribe montó el show de la llamada en directo por TV a pedir una cita al Presidente Santos. Ese es el pulso en la opinión: ¿De quién es la culpa de que la confrontación se reinicie, si es el que el arriesgado camino que estamos recorriendo nos lleva a ese desastroso resultado? ¿De Uribe, por haber promovido con mentiras el NO? o ¿De Santos por no estar dispuesto a renegociar el acuerdo? La otra opción sería de las Farc por no estar dispuestas a acoger el veredicto popular, pero la pelea política de Uribe no es con la guerrilla sino con Santos.
Por eso mismo, en las próximas semanas estarán haciendo creer que quisieran llegar a acuerdos y etc, pero solo el candor lo podría a uno llevar a creer que un grupo que duró seis años tratando de bloquear el proceso, cuando lo logra esté dispuesto a facilitar la solución.
Lo que vendrá después, cuando deje encartado al Gobierno como vocero de las 68 objeciones que tiene a los acuerdos será denunciar que las Farc incumplen el cese del fuego. Que en el Putumayo siguen narcotraficando, que más allá están extorsionando, que allí secuestraron a alguien y que no es posible que el Presidente tenga a la Fuerza Pública sometida a un cese del fuego que lo que hace, dirán, es dejar desprotegida a la población y etc.
Si por desgracia ocurre un enfrentamiento entre guerrilleros y soldados en alguna parte del territorio, como puede suceder por haber bloqueado con el NO la concentración de los miembros de las FARC, con los mismos métodos de la campaña confesados por su Gerente, tratarán de generar indignación para que la opinión se exprese en contra de mantener la situación actual y se produzca el rompimiento del cese del fuego y del proceso.
Eso es lo que está en juego, por eso, a mi juicio, tomar partido en esa batalla es el papel de la sociedad civil y especialmente de los jóvenes en esta coyuntura. El mensaje y el propósito de las marchas y de la acción ciudadana es impedir que la máquina de la guerra vuelva a arrancar. Ni una víctima más, de ningún lado. Es la expresión de la concepción humanista que conllevaba el voto del SI.
A pesar del resultado del plebiscito, yo sigo creyendo que el que se firmó es el mejor acuerdo posible y sigo convencido que la renegociación es muy, pero muy, difícil, por eso no creo que la movilización ciudadana se deba dirigir a presionar que se cambien los términos del acuerdo. Esa tarea es de los que no les pareció razonable. No es coherente que estuviéramos sosteniendo hasta el domingo a las 4 de la tarde que ese era el mejor acuerdo, para que ahora digamos que quizás si hay un mejor acuerdo y sobre todo que es posible hacerlo posible en pocas horas de negociación adicional.
Buena parte de los largos meses de negociación se fueron en debatir propuestas de los negociadores del gobierno tratando de conseguir la mayor cantidad de justicia posible y de reducir los beneficios políticos de la guerrilla en su fase de reinserción. No es que a ese equipo negociador extraordinario no se le hubiese ocurrido que fuese mejor que el levantamiento de la inhabilidad política se hiciera solo después de cumplir al menos una parte de la sanción, como será una de las fórmulas de los muchos que están haciendo propuestas de cambios al acuerdo. Seguramente se les ocurrió. Con certeza presentaron múltiples fórmulas a la mesa y al final se llegó al resultado al que se llegó que fue el posible.
Ojalá esté equivocado y sea posible tener un “mejor acuerdo posible”. Tanto mejor. Pero lo que si no puedo aceptar es que si eso no es posible nos lleven a que se reinicie la confrontación. No me parece, como lo dije muchas veces, éticamente aceptable. Ese a mi juicio es el papel de los ciudadanos, dejar claro que el mensaje es absolutamente pacifista y que no nos vamos a dejar llevar nuevamente a la confrontación. Si ya lo logramos, pues que les quede claro a todos: a la guerra nunca más.
Los del SÍ no podemos dedicarnos a presionar a los negociadores, a los que les hacíamos todo tipo de reconocimientos hasta el domingo, con fórmulas para “ajustar” el acuerdo. Sigo confiando en ellos y en el Presidente Santos para que encuentren las fórmulas jurídicas y políticas para desbloquear el acuerdo y, ahí está la segunda tarea de los ciudadanos que estábamos por el SÍ, apoyar la fórmula que resulte y trabajar para que tanga el mayor consenso posible.
Queda el partido de vuelta, se jugará como contó el Gerente de la campaña del NO, acudiendo al “juego sucio”, nos querrán llevar al rompimiento del proceso y ahí tenemos que ser más eficaces que lo que fuimos en el plebiscito, porque si lo logran no habrá tercer partido.
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