@FabritCruz
El Estatuto de Ciudadanía Juvenil, estableció en mayo de 2013, que el rango de juventud en el país está entre los 14 y los 28 años de edad. Según esta norma, estaríamos hablando que en la actualidad somos más de 12 millones de personas que poseemos esta virtud prestada, porque se esfuma en cuestión de minutos.
Ese número cobró vida cuando me pregunté hace poco, ¿qué significa ser joven? En relación a esta inquietud vino otra, otra y otra, hasta que me detuve en las palabras del asesinado Jaime Garzón: “Si la juventud no asume la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo”.
Allí, hice implosión y sentí un temblor por todas las paredes del cuerpo que me hicieron sacudir de manera involuntaria y me obligaron a desgranar las reflexiones que plasmo hoy con la intención de conocer precisamente, qué significado tiene ser joven en la actualidad.
Yo guardo una concepción que traigo de la casa y es que ser joven está ligado obligatoriamente con dos cosas; la educación, y por ahí derecho, con un proyecto de vida. En ese orden, debemos evaluar las oportunidades que tienen los jóvenes para llevar a cabo su proyecto y si vamos más allá, debemos centrarnos en la confianza que posee para lograrlo.
En ese punto existe un gran problema: los jóvenes en la actualidad están desanimados y sufren de un síndrome que devora su día a día: la desesperanza mezclada con un ingrediente mucho más dañino, la desconfianza. (Es una percepción mía y solo mía).
Ya nadie cree en nada. Ni en la Institucionalidad, ni en la Educación, ni en la Salud, ni en la Política, ni mucho menos en la idea que un mejor mañana es posible. ¡No!, nadie. Estoy seguro que si me pongo hacer una encuesta para ver el grado de confianza de los jóvenes en este tipo de temas, el resultado sería lamentable.
De allí que sienta de manera generalizada, una asfixiante apatía de los jóvenes en la tarea de pensarse y re pensarse un proyecto personal a futuro y de igual manera, un desinterés sobre el rumbo que tome el país.
No busco aquí despotricar de los jóvenes que como yo, en infinidad de oportunidades, hemos dado la espalda a todo, ahogados en la desesperanza. Sin embargo se debe reconocer que tenemos parte de responsabilidad en ese desánimo que nos corroe. Pero de igual forma, es responsabilidad del Gobierno Estatal que puede y debe garantizar condiciones mínimas y básicas para que los jóvenes tengan un mañana prometedor.
Insisto, es una cuestión de oportunidades, pues mientras unos logramos ingresar a una Universidad Pública otros pagan una Privada. Mientras unos asisten a las clases cubiertos con las mejores ropas y abrigos, otros ni siquiera han desayunado porque deben guardar el dinero para fotocopiar los textos de las asignaturas.
En ese sentido, ese profesional que ha batallado toda la bendita vida para titularse, pensará muy poco en ayudar a que otros tengan la misma oportunidad de estudio. La verdad no lo creo. Estamos en una sociedad que exige continuar escalando así sea pasando por encima de los demás. Es una cuestión salvaje de competencia, que no comparto.
También tienen responsabilidad aquellos docentes que dictan cátedra con una falta de entusiasmo, que ni ellos mismo creen lo que dicen. O ese tipo de políticos que solo van detrás del poder para lograr el beneficio propio. Prácticas que alejan a la juventud y hacen que poco se interesen en la formación política como ciudadano…
Finalmente, retomo las palabras de Jaime Garzón porque yo también pienso que el país está urgido de gente que se dé la ´pela´ y haga las cosas con pasión. Que crea en los sueños y los haga realidad. Que le apuesten a su formación académica como herramienta de poder.
En pocas palabras, ser joven significa ser una persona comprometida, primero consigo mismo y después con el país. Jóvenes es tiempo de despertar y asumir el compromiso, porque cada uno será responsable de cómo desea que lo recuerden el día de mañana.
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