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JORGE ALONSO RUIZ MORALES
@kemistrye
No sé cuál vaya a ser el disfraz más trendy este año. Hace dos años hubo muchas Harley Queens, el año pasado hubo overoles rojos con máscaras de La Casa de Papel y ha habido Catrinas también. Para quienes no osan esforzarse mucho, siempre estará el disfraz de hippie, el de setentero o el de vampiro: base blanca, el pelo para atrás (cuando lo hay) y ya está. No falta quien, a falta de ideas, se pone la peluca y emula el baile de John Travolta en Fiebre de Sábado en La Noche. Este fin de semana creería yo será la mayoría de celebraciones de Halloween, principalmente en los colegios; y si no este, todo rematará entonces para el próximo. Los musicalmente más aficionados, si están metidos en las lides de la música electrónica, podrían disfrazarse de Claptone, de Boris Brejcha, de Deadmau5 o de Marshmello. Si no lo saben, tranquilos, para eso está Google: cada uno de ellos, respectivamente, tiene una máscara; busquen y verán, es una recomendación fácil por si no tienen disfraz.
También están los disfraces de género: el hombre se puede disfrazar de mujer, entonces se pone unas bombas infladas en las partes que generan número 90 en el clásico 90-60-90; ténganlo por seguro, habrá algún señor en estos avatares con un infaltable lunar encima de la boca. Las mujeres pueden optar también por disfrazarse de hombres con un bigote, corbata y sombrero. Siempre habrá un chavo del ocho y alguien que se ponga la máscara de hombre lobo, cuyas paredes internas pareciese que tuvieran sudor propio. Máscaras que se pegan en la piel.
Mi corazón tiene apetitos, no razón. Lo anterior no lo digo yo sino que lo dice la poeta argentina Alfonsina Storni. Y es que sí, el corazón entra aquí a jugar, ya que siempre el Halloween me trae recuerdos, de cuando salía por Catay con mi primo, mi hermana, mi nana y mis papás. Comía en Frozen Cake o compraba algo en Rico Pan o donde Gisselle. Veíamos siempre los disfraces, quién estaba mejor, quién estaba peor y contábamos cuántos dulces obteníamos. Ahora mis niñas también cuentan los dulces, todo siempre se repite. Me encantaban las pastillas Charms, ahora me encantan los Trululú. Cuando alguien daba Nucita era como si entráramos a la gloria, al VIP, a las grandes ligas de los pedidores de dulces.
Luego vinieron las fiestas de disfraces pero ya para grandes, en Millenio y con DJs. New York City boy al ciento y la eterna Luvstruck de Southside Spinners (si la oyen me darán la razón quienes asistieron y seguro esbozarán una leve sonrisa). El intro con la película de Matrix y todo el trance de principios de milenio. Y sí, ahí siempre los disfraces.
Mi último disfraz fue el año pasado de maestro Jedi, esta vez no sé de qué podrá ser. Lo que estoy seguro es que no será del Chavo. Tal vez más bien de la bruja del 71.
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