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JORGE ALONSO RUIZ MORALES
@kemistrye
Cuando él la vio, mientras tomaba un chai tea latte y buscaba el periódico al lado de la puerta, en el preciso momento en que el perro del vecino ladraba, fue como haber visto a Rita Hayworth. Miró su pelo (¿o cabello? ¿Hay diferencia?) Y le recordó la película Gilda, ese clásico de 1946 que ahora luce tan distante. No era 100% la misma persona pero en esencia transmitía lo mismo, ya que los ojos siempre transmiten lo mismo. Los ojos son los que muestran el alma, las cejas son su carácter, tal vez debe ser por eso que nunca cambian con la edad.
Luego la volvió a ver y le recordó a Lilly James, esa joven actriz que hizo de Cenicienta. Quiso bailar con ella ese vals épico, esa música, ya no lo recuerdo (creería que es Vals) cuando el príncipe se percató de que era la indicada, cuando le ajustó perfecto el zapato de cristal. La música puede evocar eventos pasados y asimismo los eventos pasados pueden evocar canciones. La música como agente facilitador.
Sorbió un trago de té, delicioso chai latte con el picante perfecto del jengibre, acompañante perfecto de ese acogedor sopor, de esa calma inexpresable de la finca el sábado por la mañana. Noticias, crucigramas, pasatiempo y literatura. Volteó su cabeza hacia la izquierda y le recordó a la musa de los años 70s Tina Charles. La vio cantando ese género tan pegajoso, tan impregnado de Funk y de raíces. Quiso bailar nuevamente con ella, sentir la cadencia de sus caderas con esa moda infestada de amarillos terrosos.
Luego la volvió a mirar y ahora estaba muy parecida a Kylie Minogue. Vio en ese momento a la australiana, diva del Eurodance de los años 80 y 90, la vio con su pelo vaporoso, su sonrisa y unos pantalones anchos rojos con prenses. Bailaba con ella de manera desenfadada y esa misma remembranza del momento le generó sonrisas mezcladas con tristeza. De ahí surge ese bonito término llamada Melancolía. Como decía el escritor Víctor Hugo, la melancolía es la felicidad de estar triste.
Era él ahora, siempre mirando a su mujer igual de bella, a lo largo de los años. Era la remembranza del amor a través del tiempo, ese sentimiento que nunca cambia. Los dos ahí sentados cogidos de la mano.
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