Instagram, la obsesión por el YO

Por Camila Zuluaga

@zuluagaCamila

 camilaDedico estas líneas, todos los domingos, a expresar mis opiniones sobre el acontecer político del país. Pero hoy quiero cambiar un poco de tercio y manifestar una preocupación que tengo sobre el uso de las redes sociales. Soy usuaria de ellas y como periodista uso Twitter para ver las tendencias de la opinión y para expresar y compartir ideas que se me vengan a la cabeza. También desde hace poco utilizo Instagram, no porque le vea mayor utilidad, sino porque no quiero quedarme atrás en las tendencias de la comunicación, y entendiendo que debemos actualizarnos e ir con la tecnología. Sin embargo, en medio de esa experimentación como usuaria de esa red social, me he encontrado con cosas interesantes pero también con comportamientos asombrosos de los seres humanos modernos.

Esta semana me enteré, a través de Twitter, de un artículo publicado en el Huffington Post, el cual tenía como titulo: “Esta niña de 3 años tiene más seguidores que usted en Instagram” Se refería a una menor norteamericana, cuyo perfil, ante la curiosidad, inmediatamente me puse a buscar. Su mamá le creó una cuenta para tomarle fotos como modelo usando zapatos, sombreros y un look muy de esta época. ¡Me pareció aterrador! No soy mamá, pero me cuestioné si cuando lo fuera querría exponer públicamente a mis hijos como si fueran grandes modelos para que el mundo los observara. ¿Acaso no tienen ellos el derecho a la privacidad? ¿Por qué algunos papás se sienten con la potestad de comercializarlos y explotarlos públicamente como si fueran una mercancía?

Y es que precisamente eso es lo que pareciera: que hoy casi todos quisiéramos, sentirnos observados, tenemos una obsesión absoluta porque nos miren. El narcisismo se ha apoderado de nosotros, de tal manera que es una constante encontrarse fotos de personajes públicos y demás, a través de la red, que “postean” constantemente imágenes tomadas por ellos mismos frente al espejo, manejando, tomándose un jugo, haciendo ejercicio etc. Es la obsesión constante por el YO, que más que una expresión elevada de autoestima, demuestra una soledad y vacío en el que vivimos los seres humanos por estos días.

Cuando paso el tiempo, que posteriormente siento perdido, mirando las fotos que la gente sube a sus redes sociales, por alguna razón experimento una especie de desasosiego o sensación incómoda que me produce ver cómo el mundo intenta mostrarse perfecto; tanto en relación con sus cuerpos, pues pululan las fotos de famosos que nos muestran como con sus ejercicios y jugos mágicos han logrado una gran figura; como también con sus casas, hijos y familias “perfectas”. Todo, por supuesto, alterado por la tecnología de los modernos celulares, que hoy a través de filtros permiten ocultar defectos y cambiar colores.

Las marcas y agencias publicitarias saben de esas sensaciones que hoy producen las redes sociales en la gente que las utiliza, de cómo esa vida perfecta que venden las figuras publicas a través de ellas hace que quieran seguir un prototipo de persona en particular y se sientan frustradas si no lo logran. Por eso también vemos como se han ido convirtiendo las redes sociales en un lucrativo negocio, en donde abundan las modelos y actrices que nos recomiendan productos adelgazantes, gimnasios carteras y ropa. Todo enmarcado, por supuesto, dentro de la superficialidad; que nos hace creer que lo único que importa es lo de afuera, la preocupación exclusiva es la imagen.

Entiendo, y por eso utilizo las redes sociales, que el ser humano debe acoplarse a sus tiempos, que no es pertinente quedarse únicamente en la critica, sin antes haberlo experimentado; que muchas de ellas han generado transformaciones políticas y han creado mecanismos de expresión para la ciudadanía que antes no contaba con canales expeditos para hacerlo. Sin embargo, sí siento una profunda preocupación sobre el desplazamiento que hoy ha sufrido el intelecto y el cultivo del pensamiento, por estar concentrados casi exclusivamente en cómo se ven las cosas. Valdría la pena una pequeña reflexión y disponer de algunos momentos para pensar, ¿por qué hoy nos preocupa más lo que se ve que lo que se piensa?