La congresista María Fernanda Cabal, tronante y trinante de raca mandaca, una vez más se pone en evidencia por su belicosidad en ejercicio. Con trinos no propiamente de ruiseñor o jilguero, ataca a Ángela María Giraldo, hermana de Francisco Giraldo, uno de los once ex diputados asesinados en cautiverio por las Farc. En su arremetida, fustiga su viaje a La Habana cuestionando de paso el proceso de paz. Tremante de ese odio que caracteriza a buena parte de nuestra sociedad, publica en Twitter fotos donde Ana María saluda sonriente a un supuesto guerrillero, diciendo: “Esta víctima saluda a las Farc muy contenta ¿Será síndrome de Estocolmo? ¿Ésa que saluda con una gran sonrisa a las Farc, es representante de las víctimas?”. (Olvidaba informar que la señora Giraldo aclaró que el objetivo de su saludo, con sonrisa incluida, fue el compatriota Jaime Avendaño, perteneciente al equipo negociador del Gobierno, no el guerrillero que desvela a la señora Cabal)
Las consecuencias de tan temeraria y sibilina afirmación no se hicieron esperar: los canales mediáticos reventaron de aullidos, amenazas, advertencias siniestras contra Giraldo, poniendo en peligro su seguridad hasta el punto de que el vicefiscal Jorge Perdomo, debió asignarle un esquema de seguridad del programa de protección. Lo demás es recurrencia y sonsonete: síes y noes a lado y lado del ring mientras atacante y atacada se balancean en la cuerda floja. Tan enaltecedor episodio permanecerá en vitrina mientras otro quizá más desconcertante, lo sustituya y colorín colorado que este cuento se ha acabado.
Este reventadero de chismes malintencionados en que se ha convertido la institucionalidad en Colombia, no desconcertaría tanto por su conocido talante sino por su disminuida calaña mental. Saltan a la vista la carencia de sindéresis, la escasez de capacidad analítica, la inexistencia de asideros orales y sentido común y sobre todo lo primitivo de los recursos que utilizan hasta “honorables” como la señora de marras, en cuyos polvorientos hemisferios cerebrales se cocinan el presente y el futuro del país.
“Ya Gabriel García Márquez estará con Fidel Castro en los infernos”. ¿Es un ignorante sin remedio o un miembro de la santa inquisición, el autor de esta perla? Elegir una expresión tan trillada como la vetusta “Síndrome de Estocolmo” ¿Será propio de una dirigente con autoridad verbal o del homo erectus; de una parlamentaria cabal como su apellido o de una analfabeta superada hasta por los loros menos parlanchines?
La ignorancia es un arma de guerra más o menos letal según sea quien la maneje. En este momento crucial para Colombia, lo peor de todo es el hilo conductor. Ese tufo a calle sin lavar, esas palabras e ideas situadas en el peldaño que no les corresponde. ¿Vamos fuera de órbita o nos movemos como títeres en manos de ignorantes de postín? Lo digo porque la ignorancia es atrevida y por lo tanto, irresponsable y peligrosa.
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