- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Clasificados
- Especiales
ORIANA MENDOZA VIDAL
Últimamente hablar de innovación se ha convertido en un lugar común, en cada espacio de disertación acerca de crecimiento económico y desarrollo empresarial, salta a la mesa como gran protagonista. Aunque tendemos a confundir conceptos cercanos como creatividad, invención, investigación, con innovación, es una idea generalizada que “hacer algo” para diferenciarse en el mercado, aumentar las ventas, reducir costos, etc., es pieza fundamental en la tarea gerencial de procurar la sostenibilidad empresarial.
Algunos empresarios se precian de ser innovadores, pero en realidad son creativos o “inventores”, porque aún no logran traducir sus grandes ideas en ingresos para su compañía. Así la creatividad se entiende como el proceso de generación de ideas originales, lo que frecuentemente proviene de ejercicios de “lluvias de ideas” que se desarrollan en equipo y bajo un propósito establecido (un problema a resolver). Por su parte, la invención se refiere a un desarrollo práctico de prototipos u objetos novedosos, lo que puede catalogarse como el primer paso para llegar a ser innovadores.
Más allá de la definición de innovación contenida en el Manual de Oslo (OCDE), la innovación se resume como la puesta en el mercado de soluciones valoradas por los clientes, es decir, consiste “en transformar ideas en facturas”, así de simple. El objetivo de la innovación es vender un producto o servicio que se distinga de la competencia, generando una rentabilidad, además de crear un modelo de negocios estable y recurrente. ¿Simple? Eso depende de la apertura al cambio de la dirección de la empresa y sus colaboradores, de la tolerancia a los errores, de la disponibilidad de personal técnico de apoyo suficiente, porque si son muy pocos haciendo multiplicidad de tareas en la empresa, difícilmente tendrán tiempo disponible para pensar en cambios positivos, y entre otras, está en función de la convicción que la innovación es un elemento estratégico.
Simple o complejo, emprender acciones para innovar al interior de la empresa puede lograrse mediante el desarrollo de algunos pasos. La literatura acerca de cómo innovar es vasta, no obstante, enuncio a continuación algunas actividades que servirán de guía. En primer lugar, la principal fuente de nuevas ideas es el propio cliente de su empresa. Aproximarse al él o ella, a través de un sondeo, encuesta o mejor directamente para conocer qué siente y piensa, cómo ve el producto o experimenta el servicio, qué oye de sus amigos, quiénes son sus influenciadores, entre otros aspectos que revelarán información importante, insumo para el siguiente paso: Ideación. La cual consiste en conformar un equipo multidisciplinar que analice, investigue, plantee preguntas y respuestas para generar un proceso de generación de ideas alrededor de la solución de un problema o situación identificada, aquí pueden surgir por parte de los participantes acciones prácticas y de corto plazo que, al implementarlas y tener éxito en el mercado, podrían llegar a ser muy innovadoras. Otra herramienta que permite identificar zonas de espera, momentos de riesgo, puntos de fallas en el proceso, y oportunidades para sorprender al cliente, es el diagrama del servicio, puesto que su realización permite identificar cómo deben realizarse las interrelaciones entre clientes y empleados y qué procesos apoyan estas relaciones. Estos diagramas contribuyen a la innovación o rediseño de los servicios.
Pues bien, hasta aquí no se ha hablado ni de laboratorios experimentales, ni delantales blancos asépticos, o la necesidad de pagar grandes sumas de dinero por la innovación. Sí, es verdad que ocasionalmente alguien tendrá una idea brillante en su ducha, pero la mayoría del tiempo la innovación proviene de un proceso de mejoramiento gradual que, a fuerza de persistir, termina por producir algo completamente nuevo. De igual manera, no necesariamente la innovación es tecnología, muchas innovaciones organizacionales como el justo a tiempo, el microcrédito o la economía colaborativa, han transformado profundamente las empresas, multiplicado su rendimiento y contribuido significativamente al bien común. Por lo tanto, los procesos que conducen a la innovación están a la distancia de una decisión, de ampliar la forma de pensar y lanzarse en equipo a hacer cosas diferentes, ¿por qué no? ¿qué los detiene?
Comentarios recientes