HUGO COSME VARGAS
Hoy, más que siempre, una zona geográficamente delimitada como es nuestro departamento del Cauca debería tener como política neural de gobierno una interconexión adecuada entre sus regiones, que son diferentes y ricas en cultivos, minerales, cultura, ríos, precipitación pluvial, entre otros bienes. ¿De qué nos ha servido tener una costa de 200 kilómetros de longitud en el océano Pacífico? ¿Para qué hemos usado la cantidad de agua lluvia récord que poseen las cuencas de varios ríos del occidente del departamento? ¿Por qué no somos exportadores de flores y frutas exóticas que se dan silvestres en la selva del Pacífico? ¿Por qué no hemos podido organizar un turismo ecológico internacional alrededor de nuestros parques naturales que pueden ofrecer a sus visitantes aguas termales, volcanes, flora y fauna especiales? La respuesta es obvia: no hemos tenido una dirigencia regional aguerrida, con visión de estadista, que haya buscado ante las instancias del gobierno nacional hacer realidad los sueños de tantas generaciones caucanas. No sólo es suficiente pensar nuestra comarca sino gerenciarla; no son las ideas sino las realizaciones de carne y hueso las que necesitamos; son proyectos tangibles, planeados y ejecutados. Pero en todos ellos surge el problema gravísimo de la incomunicación vial entre nuestras regiones, habiéndonos quedado atrás de los departamentos vecinos, Valle del Cauca y Nariño, para solo citar dos. Estamos sin comunicación aérea, fluvial, férrea y de carreteras.
No hay vuelos regulares en avionetas, entre los 42 municipios; no hay lanchas que puedan navegar medianas distancias en nuestros ríos; la red férrea que existió alguna vez entre Popayán y Cali está desaparecida, incluidas las hermosas estaciones que aún sobreviven en la memoria; y las pocas carreteras que hay no cumplen estándares mínimos de seguridad y confort para sus pasajeros. La única carretera nacional que era de mostrar hace 40 años hoy sucumbe con la arremetida del parque automotor, que ha crecido junto a la economía nacional y a la población. No podemos viajar más allá de Huisitó, hacia el occidente, si es que algún valiente decide avanzar después de El Tambo. Y tampoco podemos visitar el parque arqueológico de San Agustín, en el oriente, a no ser que queramos transitar por el camino de trocha que atraviesa el parque nacional de Puracé. En tortura se ha convertido nuestro viaje habitual a Cali, por una vía de sólo una calzada entre Popayán y Santander de Quilichao, y entre Villarrica y Jamundí. Y tampoco es fácil recorrer el sur por otra carretera “panamericana”, de una calzada, que atraviesa entre Timbío y Piedra Sentada tramos inestables y con mal diseño geométrico. Es decir, el panorama vial en el departamento del Cauca es desolador en pleno 2022. Ha habido aquí ineptitud, desidia, desgobierno e improvisación en el actuar de los líderes políticos que nos han representado, y que quieren seguirnos representando, como si nadie lo hubiera notado.
Uno de los grandes aciertos de interconexión vial lo brindó el imperio romano hace 2300 años cuando adoptó como política pública diseñar y construir caminos. Fueron pioneros los romanos en pensar sus diseños viales, definir el ancho de la calzada, la estructura del pavimento, su drenaje, la señalización y su conservación. Pudieron construir cien mil kilómetros de carreteras, desde la península ibérica hasta el lejano oriente asiático, y el norte de África, dejándonos un legado de enseñanzas viales, bien documentado y perennemente construido, que al menos en el departamento del Cauca no hemos aún aplicado.
Ojalá pronto incurran en la política caucana jóvenes entusiastas, bien preparados, con formación técnica y gerencial, que de verdad quieran trabajar por esta comunidad caucana, tan abandonada y llena de politiquería barata, tan pobre y desigual. Necesitamos líderes que dejen atrás el discurso insulso y pasen a la acción concreta. Hoy, modernamente se miden las acciones de los dirigentes con indicadores precisos. Allí está uno de los más importantes: el número de kilómetros de carreteras regionales bien construidas. Otro: diseño y construcción de la carretera Popayán-Guapi. Y otro más, no tan difícil: construcción de la doble calzada entre Palmira y Chachahuí. Ah, y mientras tanto, que por lo menos pinten bien y delimiten con tachas reflectivas las líneas de la carretera Popayán-Santander para que haya menos accidentes fatales en las noches.