NATALIA MARÍA GÓMEZ ÁLVAREZ
VP de Innovación y Mercadeo del Banco W S.A.
La coyuntura vivida por cuenta del Covid 19 ha dejado ver que las personas de menores ingresos quienes carecen de acceso a buenas conexiones a internet y dispositivos digitales como los teléfonos inteligentes, están viendo limitada su capacidad de acceder a servicios básicos como atención médica remota, educación virtual, compra de productos básicos en línea y el ingreso a plataformas que puedan generarles nuevos ingresos, entre otros.
Es por eso por lo que el país se enfrenta a un gran reto y es ¿Cómo podemos fortalecer la inclusión financiera y el acceso a servicios básicos para los sectores de la población afectados por la brecha digital?
En primer lugar, para avanzar la inclusión financiera es necesario que los beneficios de la misma sean evidentes y valorados por los usuarios. La actual pandemia nos ha mostrado contundentes ejemplos de ello. Un paso conexo que tendremos que dar como sociedad en este punto, es el de llevar las métricas de inclusión del monitoreo de uso de productos financieros y la cobertura de los mismos, a medir el impacto que éstos tienen en la calidad de vida de las personas.
Digo que el momento ha llegado para el cambio de enfoque teniendo en cuenta que el 2020 ha permitido grandes avances en inclusión y que según el reporte de inclusion financiera del 2019 de la Superintendencia Financiera de Colombia, en la última década más de 12 millones de colombianos han ingresado al sistema financiero formal y el indicador de acceso a productos financieros ha venido en aumento y el año pasado ya superaba el 82%, lo que equivale a 29,4 millones de adultos con al menos un producto de ahorro o de crédito.
Estos avances deben recordarnos el rol de la inclusión y los servicios financieros como un facilitador para que todos los miembros de la sociedad puedan tener acceso a servicios necesarios para mejorar su calidad de vida.
En segundo lugar; para diseñar soluciones financieras incluyentes hay que reconocer la brecha digital como un contrapeso del impacto positivo de la transformación digital, con el fin de que la tecnología no se vuelva el vehículo para acentuar las desigualdades en una sociedad, magnificándolas.
En el Banco W, por ejemplo, hemos hecho esfuerzos consistentes para generar inclusión financiera en las poblaciones que hoy se ven afectadas por la brecha digital, con la convicción de apoyar el crecimiento de los microempresarios y trabajadores independientes de nuestro país. Es así como basta con cumplir unos requisitos sencillos para acceder a nuestros créditos: presentar fotocopia de la cédula y tener una antigüedad en el negocio de mínimo 6 meses. No exigimos experiencia crediticia.
En línea con este compromiso, nuestros canales de atención no requieren que los usuarios tengan acceso a tipos específicos de infraestructura digital. Nuestra banca móvil funciona desde cualquier tipo de teléfono y la llamada no tiene costo para el usuario. Así mismo, la comunicación con nuestros clientes es a través de SMS de manera que es de fácil acceso para todos independientemente del tipo de teléfono celular que tengan y permite una comunicación gratuita de doble vía, dado que pueden responder el mensaje y el costo lo asume el banco.
Contamos con 155 oficinas, 153 corresponsales bancarios propios y 4.357 puntos habilitados a través de redes de recaudo en alianza en todo el territorio nacional que nos permite llegar a poblaciones remotas, prestando los servicios de pagos, depósitos y retiros con conveniencia y oportunidad y sin barreras tecnológicas.
Para complementar estas opciones de interacción de acceso universal, también hemos incorporado tecnologías digitales para prestar un servicio ágil, orientadas a la atención en el domicilio del cliente, venta de productos y servicios en línea, apertura autónoma de productos y consulta digital de información de los mismos. En el reto de poner la tecnología y la innovación al servicio de las poblaciones más marginadas, los esquemas de colaboración entre sector financiero, entidades gubernamentales y actores que aportan nuevas capacidades, facilitarán la aparición de nuevas alternativas como beneficios para créditos orientados a la financiación de equipos y conectividad que nos permitan como sociedad enfrentar y superar la brecha digital.