Conservar el interés de los lectores, para con una columna de opinión, requiere un esfuerzo en la selección de los temas, al principio solo esta una hoja en blanco que desafía, que tienta a escribir sobre asuntos que de una u otra manera generen interés en el conjunto social.
La responsabilidad, es mucha, atrás está el esfuerzo de quienes tuvieron la idea de fundar un periódico y sus redes de comunicación que hoy van a miles de expectantes, los dueños de los medios de comunicación, unos haciendo patria y otros empresa.
El respeto por los trabajadores y periodistas en su tarea diaria de entrar en relación con los hechos que por sus características se convierten en noticias, dado el interés que puedan despertar en sus seguidores, según la forma de comunicarlos.
En los espacios de opinión, la visión, la confianza y el criterio, deben siempre tener un fuerte respaldo para lograr el comentario equilibrado o el mensaje contundente que además de informar cuestione.
En la expectativa de los lectores, por tradición, por curiosidad o por cualquier interés, es posible se lean largos escritos, que al final dejen desazón, la sensación del tiempo perdido o la perturbación positiva o negativa ante el hecho comentado, que motiva una determinada actitud.
Ante el sentimiento colectivo de ser un país con una gran potencialidad humana, de pasiones y de riquezas naturales, con disposición espontanea a la alegría, indómito para superar las dificultades, solidario, bailarín y musical, se contrapone la pesadumbre cotidiana de la mala noticia que lleva a la incertidumbre como una patología infinita.
Se distribuye la sensación de que todo va mal, el registro noticioso se copa con los asesinatos, atracos, robos, secuestros, e indivisa clase de delitos a más no poder, de tal manera que sobre todo en los noticieros de televisión nacional, la acción criminal casi trasmitida al instante, impacta la recepción colectiva del temor y del susto.
Se ha creado una vocación por los mensajes de barbarie, estimulando estas formas de comunicación, sobre todo en los espacios de entretenimiento, las aberraciones de los nuevos ricos de la corrupción o del narcotráfico, el lenguaje burdo, grosero, suplanto las frases dulces y floridas, que debían repetir los canales masivos de comunicación en Colombia.
Las escenas de asesinatos, de violaciones, de amenazas, de comportamientos mafiosos presentados como muestras de proyectos de vida, saturados de lealtades sospechosas que bien pueden incluir la muerte, son pan diario en las telenovelas de las buscadas audiencias nacionales.
Es a partir del mostrado ejemplo de los capos y sus secuaces, la prostitución y la presentación de lo suntuario como vitrina del éxito, en un juego detestable en donde el arte no es expresión del alma de los pueblos, sino incitación a la delincuencia.
Después vienen las quejas, pero si los jóvenes de hoy, no han leído los amores de Jorge Isaac, las haciendas de Palacios, las selvas de Rivera, menos los versos de Valencia, las estrofas de Silva, o los sonetos de Pombo, no han mirado las esculturas de Negret o las de Botero, solo para citar unos pocos.
Ante estas situaciones, los medios de comunicación local, debemos convertirnos en barreras frente a estas presentaciones, resaltando las tradiciones de nuestras comunidades, su laboriosidad, su confianza, su asociatividad, empujando la disposición para el logro, aun en medio de las peores circunstancias y actuaciones.
Se abriga la esperanza de que las equivocaciones, se puedan corregir, como escribió un lector; no es posible se proyecten en el tiempo de forma indefinida las dificultades y las trampas, ni estas pueden ser nido para otras expectativas.
Seria hermoso escribir sobre los sueños, pero no se puede escapar de la realidad, no avanzamos, si un puente aísla la región de Tierradentro, si un contratista corrupto acabo con el pavimento de Paletetará –Isnos, si no hacer una consulta previa, atraso hasta quien sabe cuándo, la vía Quilichao – Popayán, para no hablar de algo que no verán las generaciones en cien años, la vía El Estanquillo – El Patía, – Pasto.
Y hoy el caos de Buenaventura, deja “Recóndito”, sin justicia social, como escribiera Helcias Martan Góngora, el Litoral Pacífico del Cauca, y aquí no pasa nada.
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