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HAROLD MOSQUERA RIVAS
Cada vez que camino por las calles del Parque Caldas, observo con sentimiento a los pensionados del Cauca, la mayoría disfrutan su pensión de vejez y algunos solo tienen la prestación por invalidez, se reúnen y comparten, mientras recuerdan historias, de aquellos tiempos pasados del trabajo en su memoria, hablan de la familia y admiran, la belleza que ha pasado, anhelando aquellos años de juventud superados, se quejan de los dolores y la salud tan precaria, de la EPS y la Ips que no pagan ni la funeraria. Lamentan el fallecimiento, del compañero que ayer, sentado en la misma banca del Parque, alcanzaba a cumplir Cien.
Alguno llora por la esposa que lo abandonara, lacerando su corazón, otro exalta a la suya amorosa y de fiel devoción. Ríen a carcajadas contando las anécdotas de sus nietas y nietos, pequeños que los llenan de alegría, con pilatunas de inquietos. A veces hacen lustrar, sus queridos zapatos viejos, que como ellos son evidencia y de los años reflejos. De ellos es el bello Parque, de árboles sin escritura, pues sus bancas han de disfrutar, hasta el día de la sepultura. La gente a su lado pasa y ni siquiera los mira, como si fueran invisibles o del Parque una mentira, sin embargo son hermosos con sus pieles arrugadas, sus musculaturas marchitas y sus cabezas plateadas. Cómo no saludarlos y estrecharlos en abrazos, si lo único seguro, es que seguiremos sus pasos. Comparten con lustrabotas, y vendedores ambulantes, con el indigente y sus derrotas, que allí duerme por instantes. Los ven a diario las aves, que en los árboles habitan y a veces algún desecho en sus frentes depositan, saludan al Gobernador, al Alcalde y al obrero, que en el mismo Parque protesta, cuando no alcanza el dinero. Ven las manifestaciones de aquellos que en la sociedad, ven conculcados sus derechos, por falta de humanidad. Algunos han decidido, allí bajo ardiente sol, ahogar tristezas y penas, en bebidas con alcohol. Ellos han motivado, este pequeño homenaje, de quien los quiere y admira, antes del eterno viaje. Invito a toda la gente, que por el parque va de prisa, a regalar a los pensionados un saludo y una sonrisa, así sobre esa base, tal vez mejor viviremos, cuando a nuestros mayores, reconozcamos y respetemos.
Este artículo está inspirado en la presencia permanente de los ex trabajadores del Departamento del Cauca, de la Alcaldía de Popayán, de obras Públicas, de agricultura, de Telecom, de la Caja Agraria, del Incora, de Comfacauca, de la Universidad del Cauca, del magisterio, de la Licorera del Cauca, de Emtel, de Empaques de Cauca, del Acueducto y de tantas otras entidades en las que hemos compartido años de lucha en procura de mejorar sus derechos y quienes luego de alcanzar su pensión, convierten en Parque Caldas en su centro de reuniones, en el espacio vital de sus últimos años de existencia. A todos ellos, que Dios los bendiga, este y todos los días del resto de sus maravillosas e inolvidables vidas.
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