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HAROLD MOSQUERA
El Instituto de Seguros Sociales se creó por Ley 90 de 1946 y se constituyó en la empresa estatal de la seguridad social, pasando a cumplir las funciones que hoy se reparten entre las EPS, IPS, Administradora de Fondos de Pensiones y Administradora de Riesgos laborales. Todo eso en un solo establecimiento era el Instituto de Seguros Sociales.
Como toda entidad pública, fue objeto de actos de corrupción, que bien pudieron controlarse a través de los órganos de control. Pero con la entrada en vigencia de la Ley 100 de 1993 se decidió de manera dramática la liquidación de la entidad. Primero en el año 2003 se escindió todo lo que integraba la prestación del servicio de salud (IPS) creando unas Empresas Sociales del Estado que luego se liquidaron.
Después se decidió separar la administración de riesgos laborales en la empresa Positiva y finalmente se liquidó la Administradora de Fondos de Pensiones, creando la administradora Colpensiones. Del Instituto inicial, no queda nada. Cuando existía el ISS, las personas reclamaban sus pensiones de invalidez, vejez y sobrevivientes y estas eran reconocidas de manera pacífica y sin controversias judiciales. Las personas que sufrían accidentes de trabajo o padecían enfermedades profesionales eran atendidas y si se trataba de enfermedades comunes, también era el ISS quien les atendía.
Ahora, quien tiene una contingencia laboral padece un verdadero viacrucis, pues la administradora de riesgos laborales, con ánimo de lucro, busca cualquier excusa para decirle que no va a responder y remitirlo a la Empresa Promotora de Salud, esta última con sobradas razones alega que la contingencia es laboral y por tanto, tampoco responde.
Al final, el pobre trabajador enfermo, termina sin atención médica, sin pago de sus incapacidades y frente a un empleador que procura despedirlo porque así limitado no le sirve. El paso del tiempo, la situación económica familiar y el desespero, terminan enfermado la salud mental del trabajador, que al final concluye convirtiendo su reclamo en la razón de ser de su vida. Algunos ver partir a la esposa o al esposo en busca de mejor suerte, porque el limitado ya ni puede cumplir con sus deberes conyugales.
Hay quienes tienen la suerte de alcanzar una sentencia judicial que, termina haciendo justicia con el trabajador, en algunos casos, cuando el daño hecho es tan grande, que ya no tiene remedio alguno. Bajo este panorama tan sombrío, terminamos escuchando a los trabajadores afectados quejarse de aquellos tiempos en que el ISS respondía por todo. Pues al menos no se requería de tutelas ni demandas para acceder al pago de las incapacidades, de los medicamentos y de las prestaciones económicas. Desafortunadamente el ISS ya no existe.
Fue liquidado en la aplicación de un modelo donde los derechos de las personas han terminado sucumbiendo ante el apetito insaciable de quienes hacen prevalecer su ánimo de lucro por encima del ser humano. Y pensar que hay tantos ex trabajadores del ISS pasando trabajos en la calle, sumando al millonario grupo de víctimas de la ley 100 de 1993, las filas de desposeídos siguen aumentando, mientras el país político centra su discusión en decidir si se extradita o no a un legislador invidente acusado de narcotráfico.
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